23/12/11

Como saber si usted se está convirtiendo en una vieja

Las viejas son el personaje colectivo del que más se ha hablado en las últimas décadas.
Y no es para menos; se achican, tienen el pelo corto, voz de cotorra y jamás aceptan sus equivocaciones.

Pero ser vieja no tiene que ver con la edad: una mujer puede ser vieja a los 20 años. Y tampoco tiene que ver con el sexo: un hombre también puede ser una vieja, sin saberlo.

Para saber si usted (o un conocido) se está convirtiendo en una vieja preste atención a los detalles;

  • Cuando hace calor, las viejas se abanican con cualquier cosa: observe, hay muchas mujeres usando abanicos, y quizás esas no están tan mal. El problema es cuando se empiezan a abanicar con lo que tienen a mano: un libro, una revista, la factura de telefónica. Pero empeora con el tiempo: un pañuelo descartable, un paquete de galletitas planas. Y continúa: el celular, los anteojos de sol, la correa de su cartera. Y no, no estoy exagerando, JURO que ví a viejas abanicarse con estas cosas.

  • Se ponen plata en el corpiño: Para las viejas, eso de las billeteras es una cosa del pasado; guardan todos sus billetes bien acomodados en su corpiño.
    Me acuerdo de que cuando trabajaba en el locutorio, una vez vino una vieja en pleno verano y me pagó con dinero húmedo que sacó sin pudor de su corpiño. ¡Toqué sudor de seno de vieja!
    No quiero imaginar donde guarda sus monedas.

  • Siempre tienen muchas bolsas: Por alguna razón, las viejas llevan miles de bolsas con todo lo que necesitarían durante el apocalipsis zombie. Pero ahí no termina; usan estas bolsas como acompañante en los colectivos y trenes. Por más que detrás de ella estén subiendo 400 personas más, la vieja se sienta, pone sus bolsas en el asiento de al lado y espera los 20 segundos que toma como máximo para que alguien le pisa ese asiento. La vieja entonces, con cara de querer ayudar, procede a correr sus bolsas lentamente como si jamás en la vida se le hubiese ocurrido que ese asiento podría ser ocupado por un ser humano.

  • Siempre esperan a estar arriba del colectivo para empezar a contar las monedas: La vieja puede estar 30 minutos en la parada al pedo. Puede haber visto el colectivo acercándose a varias cuadras de distancia. Pero nunca jamás va a tomarse dos minutos para contar las monedas que necesita para sacar el boleto.
    La vieja sube con todas sus bolsas, las acomoda en un asiento, va a la máquina de boletos, saca su monederito, y ante la infinita paciencia de los pasajeros que todavía no pueden pagar, la vieja comienza a sacar moneda por moneda, y las observa antes de colocarlas porque no ve muy bien: da vuelta las monedas de 25 y 50 porque a no ser que vea el número, ella no distingue una de otra.
    Podría haber hecho todo esto mientras esperaba en la parada con las bolsas apoyadas en el piso, pero esto va en contra de la Ley de Las Viejas.

  • Esperan a subirse al tren/colectivo para realizar sus retoques de belleza: La vieja vive su vida normal, pero cuando llega al tren/colectivo, se sienta y espera a que arranque para sacar de su bolso un pote de crema lleno hasta la mitad y procede a humectarse la cara, las manos y los codos sin sentirse desubicada.
    Podemos observar a futuras viejas, que con 20 años sacan su porta cosméticos y se maquillan haciendo malabares por el vaivén del vehículo, apestando el mismo con el olor repugnante de su Angel Face.
Si todos estamos atentos a estas señales, quizás el día de mañana, si realmente nos esforzamos, hayan menos viejas en el mundo.




PD: ¡Felíz navidad!

15/12/11

Nombres estúpidos

La ciudad es un lugar lleno de cosas que me hacen guerra.
Los pájaros, los que reparten papeles con publicidades, las formas de las nubes, el diseño gráfico horrendo de las vallas... pero hoy me quiero concentrar en los Nombres Estúpidos.
Desde el momento en que me siento en el tren y veo las ventanas marca "Ventalum", la guerra comienza.
Están por todos lados.

Los clasifico de la siguiente manera, y quiero aclarar que ningún nombre mencionado aquí está inventado, sino que los ví a todos y cada uno por la calle, agujereando mi intelecto.
Encontré hasta ahora seis categorías diferentes:

1) Los insulsos: Son menos graves. "Librería Corrientes" sobre la calle Corrientes, o "La casa de las 100.000 lámparas". Quizás no sean súper originales pero funcionan y cumplen su cometido.

2) La pobre unión de dos nombres: Eduardo decide empezar una pequeña empresa de transportes. Al momento de decidir el nombre, piensa seriamente. Lo que más le importa en este mundo son sus hermosas hijas: Cintia y Yanina. En un arrebato de creatividad, Eduardo se ilumina y así nace "Transportes Yanicintia SRL" y va a recoger a sus pasajeros mientras las combis chorrean grasa.
Lo mismo con la blanquería "Nor-Te". ¡¡Podrían haberle puesto "Norte" sin guión y me ahorraban el problema de saber que las dueñas se llaman Norma y Teresa!!

3) Los insulsos Chic: Acá empieza el problema grave. Son como los Insulsos, pero para sonar más modernos, les quitan la última letra de una de las palabras y las unen para formar un adefesio repugnante: "Servicio de limpieza de vidrios Vidriolimp", "Puertas y aberturas Grisolpuert", "Fábrica de cuero Supercuer", "Obra social Cobermed", "Celulares Supercel".

4) Los "centro", "landia" y "manía": "Centro odontológico Odoncentro", "Librerías Librelandia", "Insumos de computación Insumomanía". No da para seguir, estos tres finales se unen a miles de nombres para dar nacimiento a infinitos y nauseabundos resultados.

5) Los medicamentos de venta libre: Cuando estudiaba arte, teníamos un profesor que nos decía: "jamás asuman que su público es idiota; creen arte para gente inteligente. No den por sentado que no van a entender lo que ustedes están haciendo. Creen arte inteligente siempre, porque de otra manera, lo que están haciendo es insultar a su público".
Los creativos de los nombres de los medicamentos de venta libre hacen todo lo contrario; asumen que somos unos idiotas.
Fui a comprar un jarabe para la tos a Farmacity, y levanté fiebre sólo por leer sus nombres: "No-tos", "Pulmosan", "bronquisedan". Como señal de respeto, compré "Bisolvón".

6) Los "arte": Soy enemiga mortal de los "arte". No compro nada en ningún "arte".
"Iluminaciones teatrales IluminArte".
Te juro que los mataría.
"Heladería HelArte".
Tengo sed de sangre, lo juro.
Lo peor es que ponen la "A" de "Arte" en mayúscula, creyéndose ultra creativos, pero no entiendo qué tienen en la cabeza.
Igual, el peor, LEJOS, que leí en mi vida fue "Festival de Arte Trans DesTravArte".
Apoyo 100% a la comunidad y todo, pero les juro que en ese nombre me dan más ganas de arrancarme los ojos con una cuchara para helado que de mirar una película.


Y hasta ahora no ví ningún sex shop con "arte". El día que lo haga, seguro veré un un nombre épico.



Bueno, este sí lo acabo de inventar yo.

30/11/11

La desgracia de ser una Chica Rota en Buenos Aires

Las Chicas Rotas somos mujeres que nos salimos un poco del molde cuando nos hicieron. No considero que seamos especiales, porque hay millones como nosotras, pero hay billones como Ellas.
La desgracia comienza:

  • La ciudad está llena de Chicas, con sus hermosas pieles sin poros visibles, y vos, Chica Rota, nunca le vas a llegar a los talones. Son delicadas y frágiles, vos sos una mezcla de morsa y caminonero. Ellas se visten bien, vos usás la ropa de tu abuela y remeras de rock. Su defecto es un lunar con forma de estrella en el hombro. El tuyo es que te quedan puntitos negros en las piernas aunque te mates a depilazos. Es una vida en la que constantemente sentís que estás en una fiesta formal y vos sos el plomero.
  • Nunca vas a poder ir a un baño público tranquila. Lleno está de mujeres con maníes en lugar de vejigas que harán colas de varias cuadras. Si tenés un problema o realmente te agarró la urgencia de ir, te vas a comer una cola de 45 minutos, mínimo. Creo que deberían poner sellos cada vez que entramos y darnos prioridad a las que menos sellos tenemos. Las Chicas Rotas merecemos más la entrada. Porque además, vamos, hacemos nuestro asunto y nos marchamos. Las Chicas entran, se deciden con su amiga cuál va a entrar primero, entra, pasan dos minutos y se escucha un chorrito que cae y se entrecorta porque le da pudor que los de afuera escuchen. Se deja de escuchar. 5 minutos se pierden en el tiempo/espacio. Sale, su amiga entra y hace lo mismo. Van juntas a la canilla donde se lavan las manos, se mojan el pelo, se miran la cola, se retocan el maquillaje, se vuelven a mirar la cola y se van.
  • Toda la ropa está diseñada para las Chicas, pero no para las Rotas. Todo es floreado, rosa, tiene volados e insripciones que dicen "Princess". No solo eso, sino que si llegamos a encontrar algo que se ajuste a nuestro estilo, los talles van del XS para abajo. Te ponés a gritar que la mujer común no es así, que las mujeres tienen curvas, y culo, y tetas y salís indignada sólo para darte cuenta de que el 80% de las chicas por la calle tienen cuerpitos de maniquíes. A veces dudamos de si vivimos en Latinoamérica o en China.
  • El entretenimiento destinado a las mujeres son Shoppings aburridos. Te encontrás con una amiga en un Shopping y durante dos horas ella es un pequeño ser enérgico y felíz, y vos sos como una tortuga obesa que la sigue maldiciendo su propia existencia, cargada de bolsas y viendo "¡ESOS ZAPATOS!" que te parecen iguales a "¡AQUELLAS BOTAS!".
  • Si pertenecés a un grupo social o "tribu urbana", siempre hay una Chica que te hace sentir horrenda. Si sos hippie, vos tenés rastas mugrientas, un pantalón manchado de tinta que compraste en la feria por $5 y un chaleco que te hiciste para practicar crochet, pero que te quedó bastante deforme. Ella tiene dos rastitas con florecitas cosidas, y se lava el resto del cabello con manzanilla para que se lo deje más clarito, su ropa está nueva y huele precioso. Lo mismo si sos punk, metalera o alternativa... siempre hay una Chica que se ve hermosa con un estilo que es, por naturaleza, repugnante.
Cada tanto se escucha a una Chica Rota Pedantre hablando de lo diferente que es al resto de las mujeres y lo especial que es, mientras que nosotras, las Rotas Realistas nos sentamos en silencio, sabiendo que no odiamos a las Chicas, que hay muchas como nosotras, y que somos todas hermanas.

3/11/11

Mi lado oscuro

Tengo muchos defectos, pero hay uno que no puedo evitar: Soy una loca maniática caminando.
No me sale pasear caminando tranquila; lo tengo que hacer a conciencia, disminuyendo la velocidad cada dos por tres.

Detesto a los automovilistas porque cuando tengo luz verde para cruzar, siempre hay autos que doblan, y doblan, y doblan, y doblan y no me dejan pasar.
Cuando la luz se pone roja para los autos, yo me mando. No me importa si un auto empezó a pasar, yo ME MANDO. Total la luz verde la tengo yo. Muchos me dicen "¡pero igual te puede atropellar!" y les respondo "aaah, sí, pero la luz verde era mía, yo tenía razón!".
Detesto a los automovilistas.
Una vez en Moreno me atropelló un tipo porque se metió sin mirar y no vio que yo estaba cruzando con la bici. Antes que el dolor sentí una ira que me consumía, y me transformé; le grité al hombre toda la verdad que se merecía y el tipo practicamente se puso de rodillas para pedirme disculpas.
Al rato, cuando se me pasó la indignación, sentí el dolor.

Igual los caminadores tampoco se quedan atrás. Por las veredas de Once, la gente se detiene a ver las ofertas de 5 bombachas por 50 centavos y arruinan todo mi paso. Yo SIGO. No me importa, los atropello, se tropezarán. Si se quejan les grito como una loca "¡ESTO ES UNA VE-RE-DA, POR LA VEREDA SE CA-MI-NA, A PASEAR AL SHOPPING!".

Algunas madres se cruzan al otro lado de la vereda, y sus niños de 7 o 9 años corren hacia ellas pasando por enfrente mío justo cuando estoy caminado hacia ahí, forzándome a detener mi marcha. Los niños siguen hasta que llegan a la madre y ahí queda todo.
Así que decidí cambiarlo; niño de más de 7 años que se me cruza, niño que atropello, o que minimamente "casi atropello pero por suerte me detuve a tiempo" y pongo cara de sorpresa y preocupación por el bienestar del niño. La madre entonces le grita "¡¡RICARDITOOOO!! ¡TENÉ CUIDADO POR DONDE CAMINÁS, POR DIOS!" y me pide disculpas.
Ese niño aprendió la lección.

Pero lo que más odio de otros caminadores es que me choquen para pasar. Yo paso a todo mundo, sí. Pero cuido siempre de no chocar ni golpear a nadie. Y si lo hago pido disculpas.
Cuando alguien me choca para pasarme y sigue de largo sin un mínimo "uh!", me enceguezco. Mi objetivo es esa persona, y camino como fiera hacia ella. Camino a toda velocidad, y a veces hasta corro para llegar a ponerme justo detrás del chocador. En ocasiones tengo que desviarme de mi ruta y/o caminar un par de cuadras más.
Pero cuando lo tengo adelante, justo ahí, con toda la furia LO CHOCO.
Y sigo de largo.

Nadie se mete con la loca maniática de las caminatas.

21/10/11

La mafia de los bebés

La mafia de los bebés me persigue.
Es una guerra injusta:  ellos están por todos lados, y yo por tan pocos...

Cuando llego al andén, inevitablemente me encuentro con algunos miembros de su organización. Me ubico estratégicamente en los lugares en los que no haya bebés.
Aquí hay uno, entonces me voy para allá. Voy a tomar un café, hay un bebé en aquella mesa, así que me siento en esta bien lejana.
Pero los bebés pretenden tenerme siempre a la vista. A donde quiera que mire, hay un bebé esperándome.
No hay escapatoria.

Una vez, la suerte colocó a todos los bebés cercanos en un mismo vagón. Así que me fui a otro tranquila y felíz.
Inesperadamente, un bebé pasó viajando en su carruaje humano, y al verme se detuvo allí. El chico sentado al lado mío le da el asiento y el carruaje agradece y se sienta.
El bebé entonces procede a una tortura terrible; llora, grita de alegría, o me toquetea.
Las dos primeras destrozan mis oídos y ganas de vivir.
Pero la tercera es peor.

Por alguna razón, le fascino a la mafia de bebés. Se asoman por entre los asientos para mirarme con ojitos maravillados. Toda la vida me pasó lo mismo; puedo sentir la mirada taladrante de bebé a dos cuadras de distancia. Las manos me comienzan a transpirar, se me cierra la garganta y la respiración se me acelera. Miro a mi alrededor; allí, desde su carruaje humano el infante me observa con las pupilas dilatadas y brillosas mientras me señala con alegría a su madre. Húyo antes de que sea tarde.
Pero cuando el bebé está al lado mío, no hay nada que pueda hacer para huir.
El bebé a mi lado trata de tocarme, de agarrar mis cosas, de llamar la atención para que le hable.
Me toca el pelo con su manecita transpirada y llena de tierra pegoteada. Yo me corro. Se acerca más, y me corro de manera de que su carruaje lo note. El carruaje le dice "Noo, mi amor =)" y me mira sonriendo para que le diga "no pasa nada =)".
Pero, a pesar de sentirme obligada, no lo digo. Me niego a caer en la trampa de la mafia de los bebés. La miro seria y vuelvo a fijar mi vista sobre la ventana.
El bebé agarra mi pin de Elvis, yo se lo saco de la mano con fastidio. "Nooo... eso es de la chica =)" le dice la mamá, y me vuelve a sonreir. No le digo nada.
Cuando termina el viaje, lleno de "noo =)", de pies de bebé en mi ropa, de "GÚ!" y de deditos pequeños investigando todo mi ser, siento como si me hubiesen raptado unos extraterrestres para investigar conmigo. La única esperanza es que me hayan dejado estéril.
Mientras salgo de la estación, camino justo detrás de un carruaje humano de bebé. El bebé está mirando para atrás y me observa.
Estornuda, llenando mi cara de minúsculas partículas de saliva de bebé. Detengo mi marcha, horrorizada, mientras el carruaje le dice "¡Epa! =)" y se va felíz.

17/10/11

Día de mierda

El viernes perdí el colectivo que tomo siempre para ir a la estación de Moreno.
El día empezó normal: sonó el despertador en medio de un sueño maravilloso, lo apagué maldiciendo mi vida (no que realmente la odie, pero a esa hora de la mañana detesto mi existencia).
A los 15 minutos estaba saliendo  para tomar el colectivo que tomo puntual todos los días.
El problema fue que, estando a unas cuadras de la parada, lo ví llegar. Temí por mi puntualidad laboral, así que salí corriendo a la máxima velocidad que alcanzaran mis patas.
Tenía que cruzar la ruta para tomarlo, pero los autos no dejaban de pasar ni un segundo. Quería cruzar por entre medio, pero mi instinto de supervivencia no me lo permitió.
Así que ví en cámara lenta como mi maravilloso colectivito se iba felíz hacia el centro de moreno, lleno de arcoiris, estrellas y flores. Y yo, del otro lado gris y lleno de barro.
Mientras sentía una cuchillada en el estómago pensé "bueno. Es momento de perder el control". Así que dejé a mi lógica a que se vaya a tomar un cafecito mientras yo me sacaba la mochila, la revoleaba, la tiraba contra el piso, la pateaba, todo al grito de "LA PUTA QUE LO PARIÓÓÓÓ!!!!".
Luego de un respiro, mis facultades volvieron y decidí esperar el siguiente colectivo.
Apenas doy el primer paso, piso una pileta de barro que me atrapa el pie hasta el tobillo. Miré mi zapatilla embarradísima, mi preciosa media ex-púrpura (ahora negra), y exploté. Me la agarré con la mochila nuevamente.
Llego a la parada, revoleo la mochila al piso y espero el colectivo con frustración, maldiciendo nuevamente mi existencia.
En ese momento, justo enfrente mío, un auto atropella a una moto.
Lo primero que pensé fue "Claramente a él le está yendo muchísimo peor que a mí" y salí corriendo para ayudarlo. Se levantó para putear al automovilista que había cruzado en rojo.
Corrí su mochila, casco y guantes a un costado de la ruta. Un tipo me ayudó con la moto.
La pierna del motociclista comenzó a sangrar, y lo asistimos como pudimos, puteé al automovilista que pedía unas disculpas muy secas, llamé a un patrullero que estaba cerca y traté de darle palabras de aliento al accidentado que temía que lo echaran por llegar tarde a su trabajo.
Luego de 10 o 15 minutos, me dí cuenta de que ya no servía mucho mi estadía, porque ya habían policías allí. Me sentí un poco culpable, porque estaba algo comprometida con la situación, pero viendo que irremediablemente llegaba tarde a mi trabajo decidí irme. Así que le deseé mucha suerte al motociclista y tomé el colectivo que acababa de llegar.
En la estación de tren, tomé uno rápido y viajé sentada. Llegué perfectamente a horario a mi trabajo, fue un día de trabajo muy tranquilo, y además fue VIERNES.
A veces, una miradita pequeña a un verdadero día de mierda, mejora tu existencia por completo.

8/10/11

Troll Mechicabota

Mochilazos

Siempre hay algún desubicado que me pone la mochila en la cara. Está parado con la mochila colgada al frente y se pone al lado mío, que estoy sentada.
Apoya toda su mochila en mi cara, como si eso le diera más comodidad. Como casi siempre estoy durmiendo o dormitando, me aprovecho.
Uso su mochila de almohada. Así nomás. Pongo todo el peso de mi cabeza en su mochila.
El inadaptado se empieza a correr. Y yo lo hago junto a él. Mi cabeza está como pegada a su mochila. En un momento, corre su mochila para arriba y él se va para atrás.
Yo medio que me "despierto" y hago mi acto de "oh, dios, cuánto he dormido, oh, oh...".
A veces tengo que hacer esto 4 o 5 veces. Si me dice algo, le pregunto "¿qué...?" mil veces, le pido disculpas y me acomodo para el otro lado. Me hago la dormida nuevamente y me voy corriendo para su lado, como si fuese la gravedad la culpable.
Eventualmente el inadaptado se aleja y viajo tranquila todo el viaje.
Cuando aprenda a fingir babeo, éste proceso me tomará dos minutos.

Boletazos


Me encanta salir del tren entre toda la multitud, ir hacia los molinetes con las manos en los bolsillos, con los auriculares puestos y con cara de "yo no fui". Cuando el guarda me para, trato de seguir de largo; hago de cuenta de que estoy haciendo de cuenta de que no lo vi.
Me agarra de un brazo. Pongo la cara de sorpresa, y de cordero degollado más trucha posible. Me saco los auriculares y le digo "¿qué...? ¿cómo...?".
"EL BOLETO" me dice con cara de pocos amigos mientras me traba la salida con el brazo y toda la gente se le cuela entre los costados. Trata de detenerlos, pero está muy ocupado tratando de que yo no me escape.
Entonces despliego un acto sublime, lleno de toqueteo de bolsillos, de cara de preocupación, de "no sé, yo lo tenía acá..." y evitando el contacto visual.
El boletero me mira con cara de saber el desenlace, y de molesto por toda la gente colada por mi culpa.
Saco el boleto mensual, y se lo doy mirando al piso.
El boletero agarra el boleto, listo para gritar "éste es viejo!" y no dejarme pasar.
Lo mira, ve que es válido y me lo devuelve con un rostro nauseabundo.
Me voy a las carcajadas.


23/9/11

Los bloqueadores

Me resulta imposible pensar que las cosas pasan porque sí en la Ciudad. No me vengas a discutir que pasa, que es así, que hay gente idiota. No, no, no. Yo sé que hay gente idiota, pero esta gente no es idiota... sabe lo que hace.
No, no, no acepto ninguna de tus refutaciones. Ésta gente está complotada, no me vengas a embromar. Son criaturas que fueron creadas específicamente para fastidiarnos a los pobres mortales que tenemos que transitar día a día las calles de Buenos Aires.
Son Los Bloqueadores.
Cada uno de ellos tiene su misión en esta vida, y es embromarnos y tornar imposible nuestra vida en la Ciudad.
Un claro ejemplo es cuando todos los humanos vamos caminando despaciiiiito por la vereda, y adelante de todo, encabezando la manifestación, una Bloqueadora con forma de VIEJA.
Siempre hay una vieja adelante de todo, que camina despacio y nos obliga a seguirles el paso. Éste es un buen momento para tomarnos un café; un paso, nos detenemos, un sorbo. Otro paso, nos detenemos, un sorbo.
Estoy planeando aprovechar estos espacios de tiempo para depilarme; un paso, me detengo, cera. Un paso, me detengo, arranco.

Después hay muchos bloqueadores por las veredas del barrio de Once. Este barrio, para los que no lo conocen, tiene todo lo horrible de la ciudad, y nada de lo lindo.
En las veredas hay miles de puestos callejeros que venden ropa "Nikke" o "Abidas". Y allí van, los felices Bloqueadores, que detienen su marcha en seco para mirar las sombras de ojos "Reblon", y uno se los lleva por adelante.
Les empezás a decir "cheee, pero ¿cómo vas a parar así?" "¡Tené cuidado!" o los mirás con cara de "te ODIO", pero ellos no te ven ni te escuchan, cegados por los brillitos de un póster de gatitos que venden en el puesto de al lado.
También están los Bloqueadores que caminan adelante tuyo moviendo sus brazos exageradamente. Ellos cuando caminan tienen que poner los brazos en ángulo recto con respecto al cuerpo. Y después cambian; el que estaba adelante va atrás, también en ángulo recto. Y así por los siglos de los siglos.
Uno para evitar comerse una piña, trata de irlos esquivando. Y ves que entre el Bloqueador y la pared de la vereda hay un pequeño espacio por el que podés pasar. Te movés hacia la pared y aumentás la velocidad para pasarlo.
Pero no. El Bloqueador va caminando lentamente en diagonal para quedar pegadísimo a la pared, y no te queda otra que esquivar los brazasos de aquí hasta que llegues a destino.
En el colectivo también hay muchos Bloqueadores. Ellos se sientan en el asiento del pasillo, dejando libre el que está en la ventanilla, y cuando vos tratás de sentarte en el asiento disponible, ellos no se levantan y te dejan el paso, sino que sentados como están, rotan el cuerpo lentamente hasta que sus rodillas quedan mirando completamente hacia el pasillo, y vos tenés que pasar por ese pequeño espacio que te cedió, con la desagradable sensación de que mientras estás pasando, tu culo queda en la cara del Bloqueador por unos segundos.
Y después están los Bloqueadores que viajan parados, y se quedan en la puerta de salida, sosteniéndose del caño que tiene el timbre, mirándo hacia la puerta, con actitud de "ya toqué el timbre para bajarme en ésta parada". Uno a veces duda, y les pregunta "¿bajás acá? ¿tocaste el timbre?", pero los Bloqueadores de Puertas de Colectivos siempre tienen los auriculares puestos y no te escuchan. Los Bloqueadores jamás bajan del colectivo. Al final uno toca apresuradamente el timbre cuando está a tres edificios de la parada, y el colectivo pega una frenada que hace que te golpees contra todo.

Y hay un tipo más leve de Bloqueadores, pero me molestan de igual manera.
Son los Turistas que viajan en el Bus Turístico de Buenos Aires
Estuvo lloviendo. Estoy a media cuadra de mi trabajo, pero me toma un rato llegar porque las baldosas de la vereda están tan flojas, y esto significa que cualquier pisada incorrecta derivará en agua y barro en mis zapatillas. Es un juego de lógica, y a veces de azar.
Miro al piso; esta baldosa está medio inclinada, pero aquella tiene como un borde negro muy grande... esta parece normal. La piso. No pasa nada. Sigo.
Aquella está rota en el medio. Esta no, pero está demasiado inclinada. Esta tiene una burbujita saliéndole del costado. Bueno, me tiro el lance. Piso. Salta una escupida de agua negra del piso y se estrella contra mis zapatillas. No solo siento la humillación de haber perdido contra un bloque inanimado de concreto, sino que tengo una brotante indignación que explota en mi pecho y me empieza a salir por todos los orificios de la cara. Tengo ganas de gritar. En ese momento, justo en ese, veo el Bus de mierda lleno de turistas felices que me están mirando con ojos maravillados (ellos miran todo con ojos maravillados). Un señor de adelante de todo, con anteojos de sol, gorra, remera a rayas y bermudas está filmando el estúpido recorrido del estúpido bus. Yo, todavía en posición de caminata detenida, los miro con desprecio. El bus se va y siguen viendo la maravillosa ciudad llena de luces.
Yo sigo caminando y sigo viendo la detestable ciudad llena de caca de perro y baldosas flojas.

8/9/11

Bichos

En el tren hay un tipo de bicho muy temible del que uno debe cuidarse constantemente.
En general, hay bastantes tipos de bichos: hormigas, mosquitos, arañas y cumbieros. Pero este bicho es aún peor.
Hablo de las sanguijuelas.
Las sanguijuelas son un tipo de bicho que tiene forma de persona y cuyo único propósito en la vida es alimentarse de la comodidad de los pasajeros.
A veces cuesta reconocerlos, y uno advierte su presencia cuando ya es demasiado tarde.

La sanguijuela entra al tren y parece un pasajero más, pero muestra la hilacha cuando se acomoda; en lugar de agarrarse del pasamanos normalmente, una sanguijuela se agarra de uno de los asientos, colocando su mano en el medio del respaldo (fig 1).
Figura 1: Sanguijuela comenzando su labor
Si la víctima no se da cuenta de su presencia, la sanguijuela comenza a mover sus piernas hacia el lado de la ventanilla, hasta ocupar todo el espacio (fig 2).
Figura 2: Sanguijuela exitosa
Los síntomas de la víctima suelen ser: incomodidad, dolor en las piernas y glúteos, calambres y vómitos.
La mejor manera de evitar estos problemas es notar la presencia de la sanguijuela lo antes posible y ofrecer resistencia con las piernas, para que no pueda entrar a su espacio.
En caso de no poder hacerlo, se recomienda abrir fuego.

1/9/11

Historias de colectivos

En los colectivos suceden historias casi todos los días.
Pero como son tan pequeñas, no podía hacer un post decente de cada una de ellas, así que comenzaré a unirlas todas para hacer un post cada tanto de estas pequeñas historias.

¡Seño...!
Había estado lloviendo toda la mañana. Salgo del trabajo y ya no llovía, pero estaba nublado. Voy a esperar el colectivo a la parada y veo que todos los idiotas que lo estaban esperando, en lugar de estar en la parada original, estaban bajo los tinglados de los edificios para protegerse de la lluvia invisible.
Me pongo en fila. Veo que otra persona se pone en la parada original, así que le llamo la atención y le digo "están haciendo fila acá" (nótese como los culpo a los otros).
Una vieja que estaba adelante mío me mira como agradeciéndome. Le sonrío.
Al rato otra persona se pone en la parada original. Hago lo mismo que antes. La vieja también. Le sonrío.
Una chica va y hace fila en la parada original. Me harto y no le digo nada.
La vieja se da vuelta, la señala a la chica y me dice... no se entiende bien escrito, así que hagamos así señor lector: ahora es usted la vieja. Ponga la boca con forma de "O" y diga "¡Se coló!".
Le faltó decirme "Señooo..!"

Deducción
Nos subimos al colectivo, y normalmente le toma 2 minutos llegar a la Avenida 9 de Julio. Ese día fue diferente; estuvo como 15 minutos para hacer lo mismo.
Mientras comienza a cruzarla, y todos nos preguntábamos qué cuernos estaba pasando, en medio de la avenida vemos un camión de bomberos y un taxi todo chamuscado. Una señora de los primeros asientos lo mira con muchísimo detenimiento.
Al rato nos explica "Parece que se incendió un taxi".
¡Bravo, señora! ¡Ahora cuéntenos qué pasa si unimos los colores amarillo y azul!

Ratas inmundas
Cuando los trenes se incendiaron como conté en aquel post, llegué a Liniers sin saber como hacer para llegar a mi trabajo de ahí. Preguntando por todos lados, llegué a encontrar un colectivo. Una chica que estaba esperando el mismo, me preguntó si sabía qué había pasado.
Nos hicimos amigas casuales y estuvimos hablando mientras esperábamos el colectivo, y durante el viaje también.
Casi cuando está llegando a su parada, le suena el teléfono. Le responde al interlocutor de manera muy desagradable, como si fuese su enemigo. Cuando corta me dice:
-Ajjj... mi novio... es un pesado, ¿vos estás de novia?-
-Sí-
(buscando complicidad)-¿No son unas ratas inmundas?-
-Ehmm... no... por lo menos el mío no...-
-Ah, es que yo estoy hace mucho ya-
-Yo estoy hace 5 años y te aseguro que fueron los mejores de mi vida-
-Ah... pasa que yo estoy hace 7- y se baja.

Ya fue. Cancelo el casamiento, ahora me parece maravilloso pero dentro de dos años pensaré que es una "rata inmunda".


Busqué "rata inmunda" en Google y me apareció esta foto:
Rata inmunda

Yo tampoco querría estar de novia con ese chico.

Yo relaciono a mi novio más bien con esta sensación:





Interesante
Casi siempre me quejo porque estando en la Ciudad nunca me pasa nada interesante. Pero nunca. No veo a famosos, ni accidentes de auto, ni personas desmayándose, ni nada de lo que se ve en la tele.
Venía meditando estas cuestiones en el colectivo, medio dormida: "¿por qué nunca me pasa nada interesante...? bbzbzzzzz... por... por qué...? bbzzzzz nunca nada zzz bizarro o loco bbbbzzzzzzzzzzzzzz....".
Me despierta un golpe, y el colectivo gira muy dramáticamente.
¡Chocamos!
¡¡Y YO NO LO VIIIIIIIIIIIIII!!

26/8/11

Insultos

Como muchos de ustedes saben, por haberlo vivido en carne propia o por haberlo leído aquí, viajar en el Sarmiento en hora pico es una experiencia miserable. Son puros insultos, golpes, patadas y risa de gente idiota.
Muchas veces me saco.
A ver... hay una puerta pequeña, mucha gente afuera, mucha gente adentro. La gente de adentro quiere salir, la de afuera quiere entrar y no permite que los de adentro salgan. Se empujan todos. Los que quieren entrar, además de empujar a los que quieren salir, empujan a otros que también quieren entrar, para tener ventaja sobre ellos y poder sentarse.
Algunas personas muy idiotas, creen que es como un juego divertido. Y golpean riéndose, y cuando logran sentarse están un rato largo riéndose.
Las veces que me han golpeado muy fuerte, me han tirado al piso y me han arrancado trozos de mi ropa, me alteré de tal manera que tuve que insultar a los gritos a todos y cada uno.
Una vez me caí al piso golpeándome la rodilla, y me quedó doliendo muchísimo. Ví a uno reírse. Le grité "¿de qué te reís, imbécil?" señalé a un par más "¿y ustedes? ¿tan imbéciles son que se ríen de haber lastimado a otras personas?". Siempre se hace un silencio.
Otra vez me arracaron el cinto de mi tapado. Luego de escuchar el ruido de tela desgarrándose, me toqué y ví que el cinto no estaba más. Miré a ver si lo encontraba en el piso. En cambio, ví a un hombre con mi cinto en la mano con cara de "¿de dónde saqué eso?" y sonriendo. Extendí mi mano y le dije "MÍO". Y mientras me lo devolvía agregué "ANIMAL". El tipo me dice "no, pero me empujaron", "ahh, sí" le contesto, "pero eso no justifica el hecho de que te estés riendo con un pedazo de prenda de alguien". Se quedó callado.

El martes pasado, llegó el tren de dos pisos a Moreno a la mañana temprano. Estaba lleno de gente. Entraron todos empujando, como siempre. Yo me quedé a un costado y entré tranquila. Mientras entraba, un imbécil que empujó y golpeó a todos a las risotadas, se puso a gritarle a su amigo "ABAJO, ABAJO, VAMOS ABAJO, JIJIJIJI!!!!!" y bajó corriendo las escaleras. Yo bajé atrás de él, y cuando estaba correteando hacia un asiento a las carcajadas, le grito "¿¿Qué tenés, 3 años PELOTUDO??". El tipo paró en seco, y me miró. Yo estaba con muchísima cara de indignada y los ojos inyectados en sangre. Lo miré fijo. Él tendría unos 15 años. Se puso blanco. Se sentó en silencio con la cabeza gacha, mirándome tímidamente. Yo me siento y noto que después de mi grito todo el vagón se quedó en silencio, mientras me miraban con cierto aire de miedo.
El bichito de la felicidad que estaba adentro mío explotó, y sus miles de pedacitos comenzaron a bailar. Había una fiesta con música, y piña colada en mi cerebro. Tenía que disimular mi risa con cara de indignada.
Mientras salía papel picado de mi oído, digo "pero por favor... gente grande..." y me acomodo para dormir. En mi cabeza bailamos todo el día.

19/8/11

Infiernos

La otra vez iba pensando idioteces en el Sarmiento (cuándo no..?) y se me ocurrió que si pudiese elegir hacer cualquier cosa en este mundo sería escribir. Y si pudiese elegir hacer cualquier cosa en el Otro Mundo, sería diseñar espacios en el Infierno.
Estuve todo el viaje pensando en maravillosos espacios en el Abismo, diseñados para cierta clase de gente. Aquí van:

Para los que escuchan cumbia con el celular a todo volumen:
Luego de dejarme pegarles una piña personalmente, pasarán a una habitación en la que habrán pantallas gigantes y muchísimos bafles reproduciendo la canción del Nyan Cat eternamente. Y nunca llegarán al estado en que llegué yo, que lo ví tantas veces que me resulta adorable =3



 Para los "avivados":
Vivirán una vida en la que siempre encontrarán miles de oportunidades para hacer una avivada, pero las perderá a todas; aparecerá un tren repleto de gente, y miles de personas esperando que se abra la puerta para entrar. El Condenado verá una ventana abierta, y justo al lado de ella un asiento acolchonadito y hermoso con aire acondicionado. Cuando ponga la primera pata en la ventana, se cerrará lastimándolo. Irá a la enfermería y verá a mucha gente esperando para entrar. Verá una botella con el Remedio Mágico Que Calma Todos Los Dolores, descuidada. Cuando vaya a agarrarla, un policía lo detendrá. En la cárcel, el hombre verá una posible escapatoria, pero cuando está por salir... y así eternamente. El Condenado no será conciente de que está muerto, y adjudicará sus fallas a la mala suerte.

Para los que tiran basura al piso:
Unos Diablillos gigantes los tomarán en sus manos, les quitarán la piel y la arrojarán a la calle. El condenado sentirá ambas partes de su cuerpo; la piel desechada, pisada por automóviles y transeúntes, y el resto del cuerpo, siendo devorado por el Diablillo.

Para los que orinan en el tren:
Ellos se convertirán en El Tren.

Para los idiotas que viajan parados con bebés en brazos sin pedir el asiento, y para los que se levantan antes de que el tren/colectivo llegue a su estación, arriesgándose a tirar al bebé al piso cuando se hace la frenada:
El Condenado pasará el resto de la eternidad como en el nivel "Puppy Love" del juego "Earthworm Jim". Tendrá una almohada que utilizará para amortiguar la caída de miles de bebés que un Diablillo estará lanzando. El Condenado reconocerá como hijo a cada uno de esos millones de bebés y sentirá un inmenso dolor cada vez que uno se caiga al piso y se le rompa la cabeza.







Para los de TBA:
Oh, sí... nos encontramos de nuevo, señores de TBA... el espacio que diseñé para ustedess será una especie de Purgatorio; todo blanco, sin sillas (como en la estación de Once... ¿¿cómo puede ser que no hayan asientos en la estación de Once??). Esperarán cerca de 3 o 4 horas para que llegue El Transporte Súper Maravilloso que los llevará al Cielo. Cuando llegue, todos subirán felices, y tendrán asientos extraordinariamente cómodos. Cuando se sienten y estén a gusto, se esuchará una voz que diga que el Transporte Súper Maravilloso se cancela por problemas técnicos. Todos los días, los de TBA subirán al TSM (que tiene dos pisos y LCDs!!) y se cancelará. Otras veces comenzará a andar, pero se cancelará a la mitad, con diferentes excusas.
El castigo final, es que los de TBA jamás perderán la esperanza de que esta vez el TSM sí llegará a destino, y esperan con ansias el momento.

Mark Chapman: Tengo un lugar súper especial diseñado sólo para vos ;)

Estoy segura de que mis lectores tendrán pensados mejores lugares en el infierno, y espero con ansias que me los describan.
También espero que me saluden mañana, por mi cumpleaños =)

11/8/11

Castelar solamente

La gente en la estación de Castelar puede reconocerme fácilmente: Soy la chica que está llorando.
No es la primer vez ni la última que me encuentro derramando lágrimas en Castelar, mientras trato de secarme los ojos con las mangas de mi remera.
Repaso en mi mente el momento en que tomé el tren en la estación de Once. Recuerdo claramente la voz metálica desde el altoparlante diciendo "plataforma uno lleva como destino Moreno parando en todas las estaciones intermedias". Lo recuerdo porque lo dijo 30 veces mientras esperábamos que partiera.
Sin embargo, al llegar a Castelar, el tren se detiene y se anuncia "Plataforma dos CASTELAR SOLAMENTE".
Yo venía durmiendo tranquila, a pesar del volumen alto del televisor LCD que tiene el nuevísimo y súper tecnológico tren de dos pisos. Y me tuve que levantar y esperar otro tren en la estación de Castelar.
La gente me ve llorando y veo en sus ojos las ganas de consolarme, y sus teorías que golpean su cerebro tratando de determinar el porqué de mi llanto. Algunos imaginarán que murió alguien cercano a mí, otros que me despidieron, robaron o recibí malas noticias. Creo que nadie puede llegar a pensar que estoy llorando por lo mismo que ellos acaban de vivir.
Ellos no saben lo mucho que me duele el abuso a los usuarios por parte de TBA. Las cancelaciones de trenes ocurren practicamente todos los días, el sopresivo "Castelar solamente" le tocó por lo menos una vez a todos los que alguna vez usaron esta línea de ferrocarril.
Una vez cancelaron un tren porque un chico vomitó en el furgón.
Otra vez, porque el maquinista cerró el tren y se fue.
Otra porque hubo un accidente tres estaciones más adelante.
Imagino a los de TBA, perversos, sacando bolillas al azar para decidir así cuál tren cancelar. Los imagino mirándonos salir del tren, con la cabeza gacha, y ellos en éxtasis masturbatorio.

¿Pero saben qué es lo que más me duele?
Que la gente se baje del tren. Más allá de que es un tren que fue inaugurado en Marzo de este año, y que los de TBA nunca utilizan. Lo ponen en horas en las que no viaja casi nadie. Un tren que tiene capacidad para 40% más de usuarios, pero que cuando lo tomamos en once, somos 4 o 5 personas por vagón. Un desperdicio millonario del país. Y que encima de todo tienen el tupé de cancelarlo en Castelar. Es más, la primera vez que viajé en él, lo cancelaron en Merlo (dos estaciones antes de Moreno!).
Lo que más me duele es que la gente se lo aguante. Me duele que anuncien "Castelar solamente" o "plataforma dos cancelado", y la gente diga "uuuh" con una sonrisa, como diciendo "ay, pero que mala suerte tengo!" y SE BA-JE.
¿Se entiende? La gente SE BAJA y se sube al siguiente tren que viene hasta las bolas. Agachan la cabeza y dejan que los pisoteen. Porque esa es la sociedad en la que vivimos. La gente se queja, pero no hace nada para revertir la situación.
Se quejan de que los empujan, y ellos empujan. Se quejan del maltrato, pero ellos lo aceptan.

Me encuentro sola en el tren nuevo. Asientos blanquísimos y LCDs sintonizando Canal 7. Todos están afuera, en el andén. Los más amistosos me dicen "se cancela, vení, hay que tomar el otro". Como diciendo "íbamos a comer torta de chocolate, pero se la llevaron, vení, comamos este sorete que nos dan a cambio".
Y yo lloro. Pero de alguna manera me alegra llorar. Porque tengo alma. Porque no soporto que me obliguen a vivir en desgracia. Porque veo el tren en el que tengo que subir, con manos y caras aplastadas contra el vidrio, despintado y tirando chispas por debajo y me duele.

"Castelar solamente" no es una pavada.

29/7/11

Farmadicción

La Ciudad me parece un lugar horrible. Es todo gris, los autos zumban constantemente, las baldosas están rotas, hay una saturación de gente en las veredas.
Pero todo lo vale, porque Capital tiene el mejor negocio del mundo: se llama Farmacity.
Farmacity es una cadena de farmacias gigante. Ha ampliado tanto el negocio, que allí uno puede comprar tanto cosas de farmacia, como productos de tocador, yuyos, golosinas, CDs, maquillaje, ropa interior, medias, auriculares y muchos más etcéteras.
Siempre salgo del trabajo medio bajoneada; tengo sueño y estuve sentada frente a la compu varias horas. Entonces opto por ir a Farmacity a levantarme el autoestima.
Entrar a Farmacity me hace sentir como una dama rica. Los guardias de seguridad te saludan a la entrada, y te sentís especial. Tenés que dejar tu bolso en un locker, y la llave no es la clásica chiquita de locker, sino que es grande y bonita. Es como si tuvieras tu propia llave del local y te sentís dueño de todo.
Allí empieza el descontrol consumista.



Siempre que voy a comprar una cosa, termino comprando cuatro o cinco.
Todos los productos están exhibidos como en un supermercado, por lo tanto se emplea el sistema de ventas "andá y agarrá". Voy a comprar curitas... pero al lado de las tristes color piel hay unas de Hello Kitty. Sale $2 más... y bueeeno, dos pesos por un gatito tierno no es nada. Voy hacia la caja, pero en el pasillo de al lado hay shampoo. Chusmeo un poco. Hay uno para dar más volumen. Leo el reverso "con keratina que ayuda a fortalecer las puntas y dar un hermoso volumen, con brillo fantástico, aroma a rosas, y estrellas y arcoiris y cachorritos". Tengo que comprarlo... pero debería comprar un acondicionador bueno, también.
Elijo el acondicionador, pero en el pasillo de al lado hay cremas de peinar. "Voy a tener el cabello maravilloso si además compro crema de peinar!!"... compro el que me promete riquezas y 3 deseos.
Y así sigo al pasillo de al lado, que tiene muchas cremas. Quiero una exfoliante, pero no sé cuál. Allí aparece una muchacha de Farmacity que te pregunta si necesitás ayuda. Ella es como una enciclopedia de cremas. Podés preguntarle lo que quieras, que te va a contestar todo, siempre con una sonrisa y haciéndote sentir que sos importante. Cuando elegís tu crema, te deja en paz y te desea un buen día.

Termino comprando esmaltes, sombra de ojos, cremas, medias y chocolates.
Ir a Farmacity es como ir de shopping pero sin que te molesten los vendedores. Y no sólo eso, sino que Farmacity te vende algo más que productos; te vende tu propia belleza.
¿Quién no gastaría $30 en algo que te promete llegar a ser la mejor versión de vos misma?
Yo nunca fui una chica que se preocupara por esas cosas, pero Farmacity tiene la facilidad de hacértelo desear. Cada crema que comprás se siente como un pasaporte a la felicidad.

Lo malo es que nunca podés escapar. Cada dos cuadras hay uno, cada uno más grande, lindo y brillante que el otro, lleno de cremas milagrosas y maquillaje de Revlon.
Mi amiga Karen me decía el otro día "Me mudé muchas veces dentro de Capital, pero siempre tenía un Farmacity cerca. Y abre las 24 horas. O sea que puedo comprar una sopa instantánea y una tira de Diclofenac a las 3 de la mañana. Soy felíz".

¿Saben qué?
Yo también.

22/7/11

Risas

El otro día iba en el Sarmiento tranquila, tratando de descansar y de recuperarme de la gripe y las fuertes fiebres que me afectaron toda la semana.
Pero algo no me dejaba descansar: era un grupo de señoras y un señor que hablaban a los gritos y se reían desmedidamente.
En general, cuando tengo que viajar con gente insoportable por su mediocridad, comienzo un trabajo mental que consiste en odiarlos y en pensar en lo terrible que debe sentirse ser ellos. Me siento mejor al pensar que ellos se están perdiendo algo maravilloso que yo sí puedo apreciar.
Por ejemplo, cuando hay alguno escuchando cumbia, yo pienso "bueno, pobre mediocre. Me está hinchando las bolas, pero él se está pudriendo el cerebro solo. No sabe las cosas que te puede hacer sentir una canción. No sabe lo que es llorar con música que no tiene letra, no sabe lo que es sentir ira, alegría, decepción con un tema. Se está perdiendo tanto...".
La otra vez había unos pibes burlándose de que un tal "Yoni" miraba el Discovery Channel. Lo trataban de nerd y de aburrido. Yo pensaba "bueno, pobres mediocres. No saben las cosas interesantes que pueden aprender, y lo mucho que algunos documentales pueden romperte la cabeza. Felices de ser ignorantes, pobres de mente. Vida mediocre y triste".

Ahora, con éstas personas me sentí desilusionada. Eran muy gritones y ruidosos y no tenían consideración por toda la gente que trataba de descansar un poquito más antes de entrar a trabajar. Pero lo que me hizo pensar "pobres mediocres" fueron sus chistes.
Decían cosas muy básicas, lavadas, predecibles y aburridas... pero se reían como si estuvieran viendo a Monty Python. Cosas como "eeh, no me digas que tenés frío!!" con 2 grados bajo cero hacían que las señoras se quedaran sin aire de la risa.
Entonces empecé mi discurso mental "pobres mediocres, se ríen de cualquier pavada sin saber que...". Y ahí me quedé sin argumentos.
Yo he ampliado mi paladar humorístico, y no me río con todo, sino con lo que tiene cierto tipo de nivel. Los chistes pre-armados (del estilo "entra un hombre en un bar con un pato en la cabeza y el barman el dice...") me parecen bastante tristes. No necesariamente me río de sólo los "chistes para pensar", sino que espero que el humor nazca de situaciones un poco más elaboradas. Me rio de muchas menos cosas que esa gente. Por lo tanto, estoy perdiendo.
Si bien un chiste bien hecho es cultura, la finalidad de un chiste, es hacer reír. No es llenarnos de cultura ni conectarnos emocionalmente con alguien. Es reír. Y si alguien se ríe con absolutamente todo... me está ganando. La mediocre soy yo, que no puede reise con todo.
¿Qué pasaría si pudiera reirme de el chiste "no te veo desde el año pasado!" el primero de Enero? ¿O de los hombres que se visten de mujeres y tienen pelos en las piernas, de los PowerPoints con chistes "de doble sentido"? Sería más felíz y no tendría la necesidad de odiar a la humanidad. Esa semillita que en otras personas genera felicidad, en mí no genera nada.
Triste vida, la mía.

Después volé de fiebre, y quizás esa fue la causa de esta pequeña reflexión.

8/7/11

Mi estrategia

Sentirse cómodo en el Sarmiento no es algo fácil: está lleno de trampas, de falsas esperanzas y de niños gritones.
La parte difícil del Sarmiento es sentarse. Las tácticas que aprendí en este tiempo, no puedo compartirlas con ustedes porque se basan en el instinto.
Pero aún si estamos sentados, quienes definen si nuestro viaje es cómodo o incómodo son las personas que viajan con nosotros.
Por ejemplo, si no viajamos en hora pico, uno puede elegir dónde sentarse. Y esto sí puedo enseñarles; elijan a sus vecinos cuidadosamente.
Con esta gente nunca hay que sentarse:
  • Nunca sentarse cerca de un niño  menor de 10 años:
    No importa si es un bebé dormido o una niña sentada como la duquesa de Alba: eventualmente va a llorar o a gritar. Y si no lo hace por voluntad propia, su madre se va a encargar de que lo haga haciéndole cosquillas o ruidos extraños con la boca para que se ría.
  • Nunca sentarse cerca de alguien que tenga un mate:
    Quien tiene tal deficiencia mental que lo obliga a estar pendiente del mate las 24 horas del día y toma en el tren como si fuese insulina no merece mi confianza. Yo ni por un segundo creo en que si el tren hace una frenada él no va a tirar el agua y la yerba por todos lados. No confío en este ser, y ustedes tampoco deberían.
  • Nunca sentarse cerca de alguien que tenga el celular en la mano:
    Si tiene el celular en la mano, sólo puede significar cuatro cosas: 1) Va a estar mensajeándose todo el viaje y es muy probable que cada vez que apriete una tecla se escuche "pup". 2) Va a estar todo el viaje hablando con su hermana, la Pochola.. 3) Va a poner a Dadi Llanqui o los Guachidiotas a todo volumen. 4) Va a jugar jueguitos todo el viaje con el sonido encendido.
  • No sentarse cerca, ni en el mismo vagón que dos o más chicas hablando:
    Las chicas que hablan, hablan. Tienen una voz chillona y se ríen de cada idiotez que dicen mientras chusmean sobre Fulanito, Menganita y Macri. No hay excepción; si me ven en el tren con una amiga... ¡húyan, húyan!
  • No sentarse al lado de una Señora con Muchas Bolsas (LWLB por sus siglas en inglés):
    Ella no pone sus bolsas en los portabolsos del tren. Todas las LWLB necesitan tener todo entre sus pies. Se le van a caer y vos vas a sentirte obligado a ayudarla todo el viaje. Y si no la ayudás, vas a tener que escuchar sus disculpas constantes.
  • No sentarse cerca de viejos que suspiren diciendo "ahí está..." cuando se sientan:
    Es fija que te van a hablar todo el viaje. Y si encima tienen Muchas Bolsas... ¡húyan, húyan!
  • No sentarse cerca de cumbieros que no estén descansando, tengan auriculares puestos o tengan un celular monofónico:
    Yo sé que no todos los cumbieros hacen esto, pero lo más probable es que pongan cumbia o reguetón a todo volumen con el celular. Si están descansando (cabeza apoyada en la ventana o en el respaldo) es que quiere estar tranquilo. Si tiene un celular monofónico, podés olvidarte de la pesadilla. Ahora, si tiene auriculares hay que evaluar: si se escucha la cumbia a través del auricular, andate; en cuanto en la canción empiece a sonar el sintetizador que parece un mosquito ebrio, puedo asegurarte que vas a querer arrancarte el cerebro por el oído con un sacacorchos.
Si seguís estos consejos al pie de la letra, igual vas a viajar como el culo.
Es el Sarmiento, ¿qué esperabas?

30/6/11

Palomas

Las palomas son parte del paisaje capitaliense.
Todos los días se ve una innumerable cantidad  de palomas que caminan entre la gente viviendo una realidad alternativa no muy diferente a la nuestra.
El problema es que los capitalienses ya no las ven. Son algo tan común que no merecen siquiera una muestra de desprecio.
Las palomas, preocupadas, diseñaron una serie de tácticas con el fin de llamar la atención de los capitalienses.
Empezaron amistosamente: redujeron significativamente el límite humano-bicho horrendo que se supone universal. De esta manera, cualquier pueblerino se asombra al ver lo muy cerca que uno se puede acercar a ellas.
Pero a los capitalienses no les importó, porque, seamos honestos, ¿hasta qué punto quiere una persona acercarse a un bicho tan horrendo?
En su siguiente reunión anual, las palomas trataron de ingeniarselas para crear algo que logre atraer la atención de los maravillosos capitalienses. Llegaron a la conclusión de que no las veían porque los humanos tienen los ojos muy arriba y ellas son chiquitas y andan por el piso. Entonces empezaron a volarle a la cara a la gente.
Pero esto tampoco funcionó.
En una tormenta de ideas, una de las palomas del Concejo gritó "¡el sexo vende!", y las demás estuvieron de acuerdo.
Desde ese entonces, podemos ver a los palomos hinchados y anunciando enfáticamente que "CRRRRUUU" mientras la bella y curvilínea paloma no le da ni la hora.
El alto grado de erotismo palomil obligó a los pichones a quedarse en el nido hasta que tuvieran edad, pero lamentablemente este show erótico no interesó a nadie, ya que se puede ver a un macho inflando el pecho por una hembra que no lo tocaría ni con un puntero láser en cualquier discoteca.
Las palomas siguieron con violencia: Tres o cuatro palomos peleando hasta la muerte por un cacho de pan.

Nada.

¿Hasta dónde llegará una paloma por saciar su gula? ¿Será capaz de comer sobras de milanesa de pollo, a pesar de ser casi canibalismo?

Nada.

¡Vea, vea a las asombrosas palomas sin una pata! 

Nada.

Finalmente las palomas se cansaron y decidieron evacuar sus vientres en cualquier espacio. Se puede ver en toda la ciudad enormes pilas de caca. Todos caminamos, nos sentamos y vivimos sobre caca.
Las palomas decidieron que si los capitalienses no les prestaban atención por sus maravillosas cualidades, lo harían por sus más desagradables defecaciones.
Desde ese entonces, los capitalienses odian a las palomas, por ser generadoras de pura mierda.

Años más tarde, Marcelo Tinelli se copió de su idea, y por alguna razón tuvo mucho éxito.

24/6/11

Viejas de pelo corto

Hay un momento en la vida de toda vieja en el que decide cortarse el pelo bien cortito.
En estas viejas, el pelo representa la bondad, el respeto y la paciencia. Pero al tomar la decisión de dejarlo atrás, resuelven convertirse en inadaptadas sociales, gritonas y exageradas.
Se las puede ver en el tren golpeando y empujando a la gente para que las dejen entrar, en la oficina de correos gritando que el sistema empleado para atender a la gente es una "ver-güenza" y en los parques, aconsejando a las madres que no dejen jugar a los chicos en el pasto porque está lleno de insectos "y cosas raraas".
Si, además, el pelo está teñido de rojo o rubio y tienen rulitos, estas viejas se roban los sobrecitos de azúcar de los bares, opinan que "ese bebé llora porque le duele la panza" y se quejan de todo usando argumentos como "yo soy una SEÑORA". Porque toda su vida se resume en eso, en ser una SEÑORA, en pedir descuentos en un supermercado por una lata levemente abollada y en mirar a la juventud con ojos decepcionados.

Pero yo quiero creer que el pelo que soltó está en algún lado, haciendo buenas acciones; rescatando perros callejeros, ayudando a petisos a alcanzar en frasco en lo más alto de la alacena y volando con la brisa para generar miles de blancos destellos bondadosos.
Ojalá que las canas lo iluminen, querido lector.

3/6/11

El problema

El problema es que alguien les hizo creer que son especiales, cuando no lo son.
Se creen un regalo del cielo, y esperan que actuemos como si lo fueran.
Las mujeres se embarazan desde hace millones de años. Por millones de años, seguirán haciéndolo. No me alcanzan los dedos de las manos para contar la cantidad de embarazadas que veo en un día. Pero ellas siguen creyendo que son especiales.
Cuando suben a un colectivo, no piden el asiento que corresponde; ellas son demasiado especiales para eso. Entonces se quedan con cara de "pobrecitas". Es que son tan especiales que las pone tristes que nadie note su especial bulto en su especial cuerpo. Un plebeyo grita "¡¡¡un asiento para la chica, que está embarazada!!!" y ella se siente feliz porque alguien le ofició de vocero, ya que ella es demasiado maravillosa como para hablar o ejercer su derecho.
Algunas no toleran que no se den cuenta de su especial condición (preñarse... ¡¡faaaa, qué especial!!), entonces pasan por encima a todos los que están enfrente de ellas en fila, y suben primero.
Si alguien se atreve a decir algo al respecto, la porta-fetos dice "estoy embarazada", y todos los pobres mortales se corren de su camino, mientras realizan reverencias y le echan flores a Su Especial Majestad.
Las embarazadas tienen inmunidad a los códigos básicos de respeto en la sociedad. Ellas, con sólo decir "estoy embarazada" pueden pisotear la cabeza de ancianos, escupir manzanas acarameladas de niños y vomitar sobre la comida de comedores comunitarios.

-Eh, flaca, yo estaba primero-
-Bueno, estoy embarazada, así que es lo mismo- (y sube)
Desde que dejé de ser un feto, nunca había tantos deseos de bañarme en líquido amniótico.

(La últma frase se le escapó a Mefistófeles).

12/5/11

Cieguismo

Ayer iba en el Sarmiento, sentada en uno de los asientos que están cerca de la puerta.
Venía medio dormida, cuando en Ramos Mejía me despierta un golpe. Una piba joven, de mi edad, se abría paso entre los asientos a las patadas. Se acomoda entre mi asiento y el de enfrente. Al ratito me toca el hombro y me dice "ay, ¿no le das el asiento?" y me señala a una mina que me parecía normal, pero a la que enseguida le ví en bastón blanco. El tren estaba tan lleno que era obvio que no podía irse hasta los asientos reservados, así que salté de mi cómodo asientito y se lo dí sin ofrecer sesistencia.
Como no podía acomodarme en el pasillo de lo lleno de gente que estaba, me quedé entre los asientos como la chica. Me molestaba demasiado la mochila, así que la puse en un gancho para ese propósito que estaba el lado de la chica.
Ella me miró con tremenda cara de orto porque la mochila le tocaba su precioso pelo. Cuando la miré para que me explique cuál era su problema, desvió la mirada.
En la siguiente estación se baja el tipo que estaba sentado enfrente. Ella se adelanta a mí y se sienta.

Quizás peco de exagerada, pero... ¿no me correspondía ese asiento a mí? Si yo había cedido el mío, ¿no es cortesía común dejarme el siguiente asiento que se desocupe? Porque, además... ¡fue ella quien me lo pidió!
Me quedé bastante molesta mientras ella dormitaba como la princesita que es.
Ella cruzaba y estiraba las piernas cómodamente  y me pegaba patadas. Mefistófeles quiso salir, pero no lo dejé y lo mandé a su cuarto.
Cuando por fin llegamos a Once, me acerco para decirle a la ciega que espere a que salga toda la gente del tren antes de salir, porque estaba muy lleno y podían golpearla. Pero La princesita le dice primero "¿necesitás que te ayude?" "bueno, dale, ¡gracias!" dice la ciega mientras la toma del brazo.
La Ciega y la Princesa iban caminando charleteando mientras yo imaginaba a la Princesa en su oficina, contándole a los compañeros lo que hizo; sacando la conversación lo más disimuladamente posible: "ay, hoy el tren estaba re-lleno, pero re-lleno. Tuve que pedir el asiento para una no-vidente de lo lleno que estaba" (las personas como ella no dicen "ciego", dicen "no-vidente") "ay, y después la ayudé a salir del tren... re-simpática, ¡no sabés como hablaba!" (a las personas como ella les sorprende que los ciegos hablen, hagan chistes, coman solos y se peinen).
Pero claro, nunca va a contar lo perra que se mostró con una persona con capacidades mediocres como yo, el verdulero y Julian Weich.

11/5/11

Brevísimo

Hoy el maquinista cerró el tren y se fue.

4/5/11

Lo peor de todo es que me morí de frío

Bueno, mis lectores argentinos ya deben saber, pero lo cuento para mis lectores internacionales: Incendiaron cinco trenes de la línea Sarmiento.
La mañana empezó bien para mí, ya que gané una pelea contra TBA (Trenes de Buenos Aires). Resulta que el andén en Moreno estaba lleno, y llegó un tren. Cuando todos entramos, anunciaron por el parlante que ese tren no iba a efectuar servicio de pasajeros. Casi todos se bajaron, excepto yo y unos cuantos rebeldes más. Me acomodé en un bonito asiento, decidida a no bajar, y dándole discursos a la gente sobre la unión que tenía que haber entre nosotros, sobre que no había que bajarse y que TBA no iba a tener otro remedio que hacerlo andar.
Luego de casi 10 minutos de lucha, el tren arrancó, y yo sentí un orgullo enorme que casi hace que me explote el pecho en miles de pedacitos.
Había habido un problema con las vías en Flores, por lo que el tren sólo iba a llegar hasta Liniers, pero no nos informaron nada más.
El verdadero problema empezó cuando paró en Haedo (es la séptima estación desde Moreno). El tren se quedó ahí. Habrá estado 15 o 20 minutos parado ahí, y no recibíamos ninguna explicación. Por lo menos en el vagón en el que estaba, nadie se quejó ni nada, todos esperaban con la estúpida paciencia que tenemos todos los días.
Luego de esos 20 minutos, el tren arrancó, y llegó a la siguiente estación; Ramos Mejía. Ahí volvió a parar. El problema es que estuvo 40 minutos allí. Yo que había tomado el tren 6.20 am, estaba todavía en Ramos a las 8.30... ¡horario en que tengo que entrar a trabajar!
Mucha gente se bajó del tren, entre ellos el marido de la mujer que estaba sentada al lado mío (una de las que recibió mi discurso). Ella recibe un llamado telefónico y luego me cuenta: "era mi marido, me dijo que fue a ver qué pasaba y que se enteró que entraron a la cabina del conductor y lo golpearon, así que probablemente este tren no siga".
Yo me quedé perpleja, y ahí fue cuando pensé "ok... ¿entonces hoy será el día en el que prendan fuego al tren...?".
De pronto, veo que toda la gente que estaba en el andén mira muy sorprendida hacia el lado de Haedo; se veía humo muy negro. Todos supimos que se trataba de un tren.
Pasaron unos 10 minutos más y de golpe toda la gente sale corriendo del tren. Yo, que tengo la costumbre de no hacer lo que todo mundo hace, me quedé sentada mirando a mi alrededor a ver si veía qué estaba pasando. Pasa un tipo y dice "hay fuego adelante".
Me levanté y miré a través del pasillo hacia los otros vagones, pero no veía fuego ni nada. Una mina que estaba sentada se puso a decir "¡¡no salgan del tren!! ¡¡tenemos que estar unidos!! ¡este tren tiene que salir igual!" (era otra Mechi ^^), a lo que le respondo "estoy de acuerdo con vos, pero si el tren se está incendiando, corremos peligro", "sí, pero yo no veo nada!" me dice. "no, yo tampoco" le respondo. Al rato vuelve a pasar el mismo tipo y nos dice "se está incendiando todo, si se quedan acá van a quemarse, chicas". Pensé "bueno, a ver cuán grave es el asunto..." y salí afuera. Me quedé boquiabierta; había una nube de humo negro que salía de los primero vagones del tren. Me acerqué a la chica que no se quería bajar, y le digo con ojos de huevo duro "se está prendiendo fuego de verdad, hay mucho humo negro". Ella abrió grande los ojos y salió. No podíamos creerlo.
Me acerqué para ver exactamente qué había pasado; la cabina del motorman era el foco principal, las llamaradas salían por las ventanas y hacia el techo. Los tres primeros vagones tenían fuego en los asientos. Me quedé perpleja. Entonces empecé a ver a un chabón con un palo que empezó a destrozar una tienda del andén. Me dio una sensación muy turbia, así que me empecé a alejar. En un momento paré, y volví a mirar; habían entrado unos 7 tipos al andén, con palos y tirando piedras. No me gustó nada y salí del andén.
Ahí empezaron a venir los bomberos, la ambulancia y la policía. Quería irme, pero no sabía qué colectivo tomar ni dónde. Quise cruzar la calle, pero no había semáforos y la única manera de hacerlo era cruzando el puente donde había varios policías armados.
Pasar por al lado de muchos tipos con armas me puso la piel de gallina, por más que sean uniformados. Cuando estaba bajando, uno de los policías dice "cuando te diga empezá a tirar las balas de goma". Mi cerebro pegó un grito y se fue. Yo quedé como una zombie, y no sé muy bien qué pasó, pero cuando me desperté estaba en un colectivo yendo a Liniers. Para llegar de Ramos a Liniers, hay que pasar por Ciudadela. Allí había otro tren incendiado, y ahí de verdad me puse mal. Eran demasiados trenes, algo muy turbio estaba pasando.
El colectivo nos tuvo que dejar a varias cuadras de Liniers, porque la policía había cortado la calle. Bajé, y ví lo peor; mi trencito, el violeta lindo, el único tren que de verdad me gustaba. El tren al que saludaba con un "¡hola, Pumita!" cuando se acercaba al andén. Lo ví ahí, indefenso y todo quemado. Mientras seguía caminando hacia Liniers, me puse a llorar.
Para cuando llegué a Liniers, todo era un caos; fuego, las calles cortadas, policías armados con cascos y escudos por todos lados, sirenas que no paraban de sonar, helicópteros dando vueltas, cuadras y cuadras de cola para el colectivo, gente caminando sin rumbo, y un cartel enorme decía "¡FELÍZ DÍA DEL TRABAJADOR!".
Oh, sí, a la vida le gustan las ironías.


Este post se lo dedico a mi trencito, a mi Puma V.3, el mejor tren que ha tenido la linea Sarmiento. Realmente me puso muy mal verlo así. Para vos, Pumita... debés estar transportando a John y a George en el cielo. 


26/4/11

La Razón de ser

A veces en las estaciones de subte, ocurre algo extraordinario; la gente pasa de ser un grupo de personas, a ser un grupo de palomas. A mí me gusta llamarles "Las Palsonas"
Sucede así; uno va caminado lo más pancho, esperando hacer combinación para llegar a su destino cuando de pronto ve tres o cuatro grupos de Palsonas que picotean desesperadamente mientras aletean con sus brazos para obtener lo que desean.
No les interesa a quién deban golpear con sus alas desprovistas de plumas, no ven nada más que su interés y están dispuestas a ser atropelladas, ser golpeadas y espantadas con tal de conseguir ESO.
El pobre chico que entrega gratis el periódico La Razón se agacha y protege su cabeza, mientras extiende sus bracitos lo más rápido que puede para dar la edición del diario y no ser lastimado por las Palsonas.
Una Palsona arrulla, picotea y defeca sobre la víctima, y luego se va con su diario. Pero atrás vienen más Palsonas, y la entrega de diarios se hace insoportablemente larga.
Luego de que todos los diarios del chico desaparecen, el grupo de Palsonas rápidamente se aleja sin chistar, y se puede ver al chico a medida que se van alejando de él. Tiene la ropa desacomodada y la visera al revés. En la mano sólo le queda el hilo que ataba el paquete de diarios. Se incorpora lentamente, como un cervatillo recién nacido, mientras trata de recibir una bocanada de aire y luce muy confundido.
Las Palsonas se transforman nuevamente en personas distinguidas de traje y corbata y van a tomar el colectivo mientras leen el diario con aire de Nobleza a la vez que beben café de McDonalds que compraron con el cupón que aparece en el diario.

11/3/11

Horrible, horrible viaje.

Tren lleno. Yo enterrada en una masa compacta de gente. No hay aire, sólo dióxido de carbono.
El pelo se me pegotea a la nuca, los codos de terceros se me clavan en las costillas. Miro mis manos; sobre ella hay miles de minúsculas gotitas brillantes.
Es sólo un día más en el tren, acompañada como siempre de:
  • El idiota que se ríe: Entra a los golpes y riéndose en el tren. Suele tener una gorrita y masca chicle. A él lo golpean, lo pisan, lo empujan... y él se ríe. Se ríe de su desgracia y de su inmundicia. Se ríe de la injusticia y del dolor. Se ríe del olor a pata, de su cara de idiota y de su mediocridad. A él le da gracia sentirse como escoria miserable en el Sarmiento. Su película favorita es Jackass y duerme en una cama de clavos a las carcajadas mientras el perro del vecino ladra y ladra.
  • El Brazo Anónimo: A pesar de estar en una masa compacta de gente de la cual es imposible caerse, El Brazo atraviesa todo el tren en busca de un caño que logre sostener a su dueño. El Brazo siempre pasa por enfrente de la cara de uno, bien pegada, cosa que uno tenga que girar levemente la cabeza para no tener sus pelitos en la nariz. El Brazo siempre termina en una axila que apesta.
  • La señora que pide que no la toquen: La Señora siempre pide que no la toquen. Sin importar que la distancia entre cuerpo y cuerpo sea de medio milímetro, la Señora insiste en que no la toquen ni un poco (no vaya a ser que le arrebaten el olor a naftalina, por una de esas casualidades...).
  • El señor que burla a la Señora que pide que no la toquen: Este señor siempre burla a la anterior señora diciéndole "ay, tiene miedo de que la violen" y busca complicidad del resto de los pasajeros, aunque nadie le da bola nunca. Al final se enoja y le dice "Si no le gusta el transporte público, viaje en auto".
  • El que putea en voz baja: Este tipo sólo está en el mundo para decir susurrando "puta madre, che", "ppffff...", "connnnncha de la lora", etc.
  • La excepción: Este personaje cambia. Es el único que nunca es igual en ningún viaje. Hoy me tocó un padre con su hijo. A pesar de estar en Merlo, en lugar de levantarse más temprano, tomarse el tren que va a Moreno, ir dos estaciones hasta Moreno y esperar que el tren vuelva hasta donde él tenía que ir, o tomar el colectivo, decidió tomar el tren normal con su niño de 4 años a upa. Cuando entró, se puso a gritarle a la gente que subía, que dejen de empujar, que no entren más porque él estaba con su niño allí. La gente obviamente entró, y cuando el pobre niño empezó a sentir la presión de los otros cuerpos en sus piernecitas, empezó a decirle que se quería bajar. El padre entonces, con voz de pobrecito le dice "bueno, bueno hijito, bueno mi amor, pasa que a la gente no le importa nada, ¿no entendés?". La respuesta que se merecía apareció en mi estómago y empezó a subir colérica a través de mi garganta, pero me la tragué, y se sintió más asqueroso que tragar vómito. Porque suponiendo que alguien le cediera el asiento, no hay manera de que pueda llegar hasta él de tanta gente que hay.
  • Mefistófeles: Así lo llamo cariñosamente. Él siempre viaja conmigo y trata de que le grite cosas a los pasajeros mencionados anteriormente. Cuando quiere salir, sube por mi estómago hasta mi garganta, me pone roja la cara y me pongo a gritar cosas a la gente que considero idiota. Casi no lo dejo salir, pero a veces sale solo. A pesar de ser mi cólera, muchas veces me hace reir al final. Estoy atrapado con él, pero siempre que sale me libera.

23/2/11

Cuestiones subperráneas

Yéndo en subte hacia Plaza Miserere, pasó algo. Cuando me enteré qué era, casi me muero.
En Lima, el tren para y no arranca. La gente empieza a enfadarse conforme iban pasando los minutos.
Por supuesto, lo que hace la gente primero cuando algo así sucede, es bajarse del tren. Yo me quedé adentro contando los chistidos de indignación de la gente.
Llegué a 15, cuando noto que toda la gente está yendo hacia la cabina del conductor, y miran con cara de orto las vías. Yo no me iba a poner a cabecear para ver que pasaba, ya que trato de conservar algo de dignidad, así que me quedé con la duda.
Pasaron unos minutos más, y unos policías van hacia la cabina del conductor. Tenía un poco de curiosidad, pero no iba a dejar que me gane. La gente seguía chistando enojada.
De golpe veo que los policías vuelven, riéndose con un perro a upa.
El mundo de repente se detiene por completo y lo único que se mueve en ese momento son los policías con el perro.
El perro, a upa panza para arriba mira desde su comodidad a los pasajeros, con una sonrisa de perro demostrando que éste era su momento de gloria.
Nuestros ojos se cruzaron, el perro me sonrió y se fue alejando despacito de mí, pero no le quité los ojos de encima en ningún momento, hasta que lo perdí de vista.
Acto seguido, giro la cabeza dirigiéndo mi mirada a un punto arbitrario del vagón, con los ojos bien abiertos y una sonrisa dura, tratando de aguantarme el "AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHH!!!" y la risa. ¡¡Qué felicidad me dió!! ¡¡Sólo podía pensar en el perro, sonriendo, con su pancita pelada y gorda a upa!! ¡¡El perro quería jugar, quería jugaaaar!!
Los ojos me empezaron a llorar de tanta emoción contenida, pero la gente estaba toda con cara de orto, y me miraban.
Yo quería bailar tregua y bailar catala, pero ese vagón estaba lleno de famas que me observaban como si yo fuera un perro que se tiró a correr a las vías del subte.
Y pensar que yo no quise salir del vagón para no tener nada en común los animales de las personas.


PD: ¡¡El perro quería jugar, quería jugaaar!! ^^

15/2/11

Medio piquete

Hoy, el tren venía normalito hasta que llegó a Castelar. Para los que no saben, Castelar es la 5ta estación del tren, desde Moreno.
En fin, para, sube toda la gente y se escucha desde los parlantes "el servicio de plataforma número uno se encuentra cancelado". La plataforma uno era donde estaba nuestro tren, y toda la gente se baja.
Yo me quedo en la puerta, esperando una explicación.

Al parecer hubo un accidente en una estación, entonces los trenes llegaban sólo hasta Liniers. Ahora... entonces, si Liniers está mucho después que Castelar... ¿por qué cancelaron el tren que estaba en Castelar?

O sea, como hubo un accidente mucho más adelante, las mentes brillantes de TBA (Trenes de Buenos Aires) pensaron que había que cancelar uno de los trenes (¿?) y hacer que la gente espere el tren que viene lleno desde Moreno después, y ahí se suben y llegan hasta Liniers (¿?).
¡¡Si el tren andaba, no tenía el más mínimo sentido cancelarlo!!
La gente que había salido del tren, volvió a entrar, y yo les decía "no salgan, quedémonos acá, si nos quedamos todos juntos no les va a quedar otra que llevar este tren hasta Liniers", y todos decían "sí, sí, sí".
Hasta que el tren amagó a volver a Moreno, entonces todos los idiotas se bajaron, dejándome a mí sola en el vagón junto a otras 5 personas que tampoco querían bajar.
El tren empieza a irse hacia los galpones que hay en Castelar (que es donde les hacen mantenimiento y los limpian), pero no llegó a entrar.
Viene un chabón de TBA, y mientras nos mira con cara de orto nos dice de la manera más despectiva "si van a esperar que este tren arranque, van a estar 4 horas acá", y nos indicaba que nos vayamos al primer vagón, que ahí íbamos a poder bajar.
Sin muchas ganas, voy hacia la salida. Cuando llego al primer vagón, veo que está lleno de gente gritando "¡¡no nos vamos a bajar, no nos vamos a bajar!!", y tratában de convencer a los débiles que estaban bajando de que se quedaran, diciendo cosas como "tenemos que estar todos unidos", "no nos pueden hacer esto" y cosas así.
Los de TBA estaban abajo, mirándonos, señalándonos y riéndose de nosotros. Mi indignación se sentía como una bola en mi garganta. Tenía ganas de bajar y de agarrarlos a piñas.
La gente le gritaba a uno de TBA "eeeh, gordo lechón!" y se mataban todos de la risa. A pesar de que nos estaban tratando como un pedazo de mierda, todos tenían el mejor humor posible, y aplaudían, cantaban, y hasta llamában a Crónica TV muertos de la risa. Casi todas eran mujeres.
Yo quería participar, y reirme y relajarme, pero me era muy difícil sintiendo la indignación que sentía.
Luego de media hora así, de gritos, de varios "gordo lechón!!", de llamados a la radio y a la televisión, y de que viniera la policía, llegó un conductor, abrió la puerta de la cabina y nos dijo "ahí sale", y todos estallaron en gritos y aplausos por la alegría.
A los 10 minutos, el tren arrancó, llegó a la estación Castelar, y allí subieron todas las personas a las que habían hecho bajar, mientras todos los que nos habíamos quedado juntos, estábamos muy cómodos y satisfechos sentados en nuestros asientos de preferencia.
El tren llegó a Once.

¿Vieron? La gente unida le gana a los hijos de puta.

7/2/11

Semáforos

Los peatones de Buenos Aires caminan por la fuerza que les otorga la adrenalina de cruzar el semáforo en rojo.
Uno siempre ve por las veredas, a una persona que va caminando despacito, tranquilita, y cuando llega al semáforo en rojo se pone nerviosa, comienza a mirar cualquier huequito que quede entre los autos para poder cruzar al otro lado sin tener que esperar a que cambie a verde.
Cuando encuentran un hueco, corren hacia la otra vereda, y siguen caminando rapidito rapidito hasta que la energía semaforrojística se desvanece, y tienen que volver a alimentarse en la próxima esquina.
Lo peor es que los semáforos tratan de evitar este problema, ya que su función en la vida es obligar a la gente a comportarse según sus propias ganas. Primero, aprendieron a hablar, porque los ciegos se aprovechaban de su ceguera para hacer caso omiso a las brillantes luces. Entonces los semáforos comenzaron a hacer sonidos "cuiii, cuiii, cuiiii, cuiiii".
Pero no funcionó mucho.
Entonces, en su reunión de consorcio, los semáforos se vistieron con otra pantallita indicada sólo para hacer la cuenta regresiva hasta que el semáforo vuelva a ponerse en rojo.
A la gente tampoco le importó.
Luego de varias reuniones, discusiones y peleas a muerte, los semáforos decidieron de una vez por todas, que tendrían que tener otra pantalla que escribiera con letras gigantes y rojas la frase "NO CRUCE", y se sintieron satisfechos.
Los semáforos ahora tienen mucho más trabajo, con sus cuentas regresivas, sus "cui cui cui", y sus "NO CRUCE", pero la gente sigue evitándolos.

Los semáforos se reúnen en secreto, sino les sugeriría que se agreguen una pantalla que diga "OJO" y que tenga un brazo mecánico que golpee a los humanos. ¿Cómo vamos a ignorarlos así? Después de todo, ellos son la raza superior.

1/2/11

Fin de mis vacaciones

Luego de 15 días en el Paraíso (cualquier lugar que no sea el Sarmiento ni Capital), he vuelto al Infierno (el Sarmiento y Capital).

Maldita sea.

13/1/11

Las viejas son interminables e impredecibles

El martes hubieron problemas en todas las líneas de trenes porque los ferroviarios reclamaban bla bla bla.
Las demoras de los trenes que salían de Moreno a Once eran de 30 minutos (siendo que normalmente los trenes salen cada 5).
La estación de Moreno estaba tan, pero tan llena, que ignorando los problemas sindicales, pensé que habría demoras por algún accidente y seguí el consejo que se suele dar en estos casos: "no tomes el primer tren que llega, en ese se suben todos; esperá el segundo, que a ese se suben los que no subieron al primero y viajás mejor".
Lo malo es que el segundo tren llegó media hora más tarde, y la cantidad de gente volvió a ser la misma.
Entre el mar de gente, empieza a abrirse camino una vieja algo petisa, gordita, con el pelo corto (como todas las viejas) y teñido de un naranjita muy artificial.
La vieja comienza a golpear y empujar con desesperación a toda persona que esté delante de ella. La gente le empieza a gritar "eeeeeeeehhh, cheeeee!!!" y la vieja dice "¿qué che? ¿qué che?", y llega a donde estoy yo y me empuja a mí también. "Eeeeeehh!!! espere! tiene que bajar la gente del tren primero, por dios!!!", y me mira con cara de indignada y se empieza a hacer la cocorita "¿qué? ¿qué? ¿qué decís, eh, eh?". "¡que te calmes!", le respondo. Ahí la vieja se sacó y me dice "¿¿A QUIÉN LE ESTÁS GRITANDO??" y yo, aprovechando mi altura, me pongo bien cerca de ella y la miro hacia abajo mientras le digo "a vos".
La vieja se aterroriza por un segundo, pero vuelve a su papel de cocorita y me grita "aaah, ¿a mí? ¿¿a mí??". Sin cambiar de posición patotera le digo con la voz grave "Sí. A vos".
Entonces, luego de pensar por un rato, a la vieja se le aparece una burbuja de creatividad insultiva y saca una frase matadora que me dejó sin aliento:

"andá a gritarle a tu abuela".

Ante tal muestra de elocuencia, me sentí intimidada y opté por darme la vuelta mientras le decía "no, se murió mi abuela".
Es momento de entrar al tren, y me empiezo a acercar. La vieja de atrás me empuja. Me salió del alma darme vuelta y gritarle "¡¡¡PARAAAAAAAA, VIEJA LOCA!!!".
La vieja loca se ofendió (quizás sabe que es vieja pero no loca, o quizás sabe que es loca pero no vieja, o capaz que no sabe nada, y eso es más triste aún), y con toda la furia me pega.
Me pega al mejor estilo "Señor Burns", pero yo siento la ira que empieza a venirme desde  la punta de los pies, atraviesa mis piernas, sube hasta mi cabeza y logra que empiece a cegarme; empiezo a ver todo blanco a mi alrededor, excepto a la vieja, que lo único que tiene de blanco es el blanco de tiro que le apareció en el medio de la jeta, con el tamaño correcto para mi puño.
En ese momento me sentí como Seinfeld cuando su cerebro y su pene juegan al ajedrez. Era la pasión versus la razón. Y puedo ser una persona muy pasional. Pero sabía que no debía, así que me guardé la piña para otro momento y me puse a gritar "¡violencia, violencia! ¡la vieja decrépita me está pegando!".
La vieja con cara de indignación, sufrimiento y odio me mira de la peor manera y ve entre la muchedumbre un asiento disponible, corre hacia él y yo no puedo ni amagar a llegar antes y robárselo, porque había tal cantidad de gente, que no podía casi ni moverme. Cuando la vieja está a dos centímetros de sentarse, una mujer se sienta antes, y ella mira con resignación y odio, el asiento que acaba de perder. Aprovecho el momento. Me acerco, señalo el asiento, y mientras la miro con los ojos bien abiertos le grito en la cara: "¡JA!", y me voy.



En el otro vagón, un hombre se levantó a último momento y me senté. ¡Cómo hubiese deseado que la vieja lo viera..!

7/1/11

Cantos

Uno cuando es chico cree que canta bien, debe ser porque los padres, hermanos, maestras jardineras y vendedores de seguros nos repiten constantemente que somos excelentes cantantes y que ahora cantemos la canción de la ratita blanca.
La verdad es que los chicos cantan horrible, aún si afinan bien; sus cuerdas vocales tienen la capacidad de destruir tímpanos, martillos y yunques (del oído, y las herramientos también).
Si no están de acuerdo, traten de escuchar esto hasta el final y no vomitar:




¡¡Y SACÓ UN DISCO, UN DISCOOO!! ¿¡Quién es capaz de escuchar un disco de esta cosa horrenda y chillona!?
Lo raro es que casualmente todos mis sobrinos cantan adorablemente...

Pero bueno, esta es una pequeña reflexión mía, que poco tiene que ver con el tema del post.

Estaba pegándome una regia siesta en el tren, cuando de golpe siento sangre que me sale del oído. Pensé que era parte del sueño, pero no; estaba siendo causado por un par de niños que cantaban. Me desperté horrorizada, hasta que me dí cuenta de lo que estaba pasando; habían niñas cantando con su padre, que tocaba la guitarra.
Primero, como estaba dormida, me dieron ganas de revolearles algo. Cuando me desperté un poquito, me resigné a que estaban haciendo (quiera o no) arte, y que no tenía nada de malo. Cuando me desperté del todo, me volvieron las ganas de revolear algo... pero no a los niños y a sus vocecititititas, sino al padre.
Esa repugnante lacra humana estaba llevando a sus hijas de entre 6 y 10 años a cantar a los gritos en los 9 vagones de cada tren, con 32º de temperatura.
Ese hijo de re mil putas estaba explotándolas. Las nenas habían pasado ya por tres vagones, y tenían que seguir por el resto de los vagones, y por otros trenes; cagándose de calor, haciendo equilibrio por el vaivén del tren y pidiendo monedas a la gente, mientras él tocaba el cicus.
Otra cosa que me indignó fue la gente. Las viejas idiotas sonreían y miraban a las niñas, mientras se comentaban entre ellas "¡pero mirá como canta!".
Otros les daban monedas, mientras le sonreían al despreciable progenitor, como diciendole "¡qué bien te salieron las nenas!".






La gente que sonríe y premia estas acciones, es la misma gente que que se divierte con el domador de leones y cree que con M*nem estábamos mejor, porque el razonamiento es el mismo: Pasa A, y A es lindo, así que no me interesa nada más que A, a pesar de que A se logra a través de B, que es algo detestable y terrible.

Asco me dan, asssco.