27/7/10

Breve

Las Señoritas Capitalienses (y aquellas pueblerinas que tratan de imitarlas) son muy prácticas. A ellas les entra todo lo que necesitan para el día (e incluso la semana) en una pequeña carterita que llevarán colgando de su hombro.
Llevan todo, absolutamente todo en una carterita mínima; la pincita de depilar, el espejito, el delineador, el corrector de ojeras, el Angel Face, la lima de uñas, el celular, la billetera, la tarjeta de crédito, la de débito, un saquito por si baja la temperatura, los guantes, una revista por si se aburren, caramelos de menta, la constitución, etc, etc, etc. en una pequeña carterita...
...y en una bolsa.

Las capitalienses llevan todo siempre en una cartera Y en una bolsa (en general es una bolsa linda y nueva, de alguna tienda de ropa) y luego se jactan de que todo lo que necesitan está en esa pequeña carterilla.
Pero usted ya sabe, señor lector... ¡Son unas mentirosas!

20/7/10

Pueblerina vs Ciudad

Al parecer todos alrededor mío se preocuparon por mí cuando escribí esta entrada: Ojo, no voy a hacer nada de lo que digo que quisiera hacer, y claramente estoy jugando con la exageración. Mi manera de descargarlo es justamente escribirlo, de esta manera las cosas salen de mi sistema y puedo seguir.

Dicho esto, la entrada original:


Estando todos los días en la ciudad me doy cuenta de algo; no sirvo para ella.
Es todo tan grande, hay tanta gente, que siento que debería volver a casa y quedarme allí encerrada mirando la tele y comiendo Doritos con Tholem con mi novio para siempre.
Estando en el subte, con gente corriendo de un lado para otro, siento que es demasiado para mi humilde alma. Deseo ser una ermitaña y coleccionar piedras de colores. Deseo estar viviendo en el campo, o en la costa con sólo el sonido del mar.
Siento todos los días que la ciudad me sobrepasa.

Y no, no es que yo, la probrecilla pueblerina se siente un venado entre leones, o un rinoceronte bebé entre una manada fuera de control.
Siento lo contrario.
Siento ganas de agarrar un lanzallamas y destrozar a todos los que estén a mi alrededor.
Siento ganas de decapitar con un hacha oxidada a todos  aquellos que escuchan cumbia con el celular, hablan a los gritos por teléfonos o tienen hijos malcriados.
Siento una fuerza feroz que nace en mí, sed de sangre y deseos viscerales de gritar "¡¡muerte a los salvajes!!" mientras descargo toda mi ametralladora en:
  • Aquellos que reciben mensajes de texto cada dos segundos y tienen un ringtone exageradamente chillón (PONELO EN VIBRADOR, MALDITA SEA!!!)
  • Los que para que los escuchen una manga de desconocidos gritan opiniones estúpidas y medicres sobre cualquier tema controversial creyéndose inteligentes y sagaces y lo único que hacen es repetir lo que escucharon en la tele o lo que dijo su prima La Pochola.
  • Los que a su vez gritan chistes estúpidos y mediocres para que todo mundo los escuche (en mi trabajo tengo un compañero que hace eso, y lo anterior también. Desde el día uno que tengo ganas de extirparle un pulmón y dárselo a los perros. Imagino que morirá en la intervención quirúrgica, ya que no poseo conocimientos médicos como para poder hacerlo sin matarlo).
  • Los adolescentes que aún creen que son especiales y diferentes a todos los demás, y andan abrazados y diciendo "aaaah reeeeeeeee" después de cada chiste sobre "la Pepita" que hagan ("La Pepita" es la amiga que está ausente, siempre hay una amiga que está ausente y a ella le sacan el cuero).
  • Las madres que para calmar a sus bebés sacan en el medio del tren, subte o avenida una gigante teta llena de estrías.
  • Los que no saben para donde ir en el subte cuando está todo llenísimo de gente y se quedan en el medio de todos, parados mientras miran los carteles que dicen "COMBINACIÓN CON LINEA C PARA ALLÁ --->" como si estuvieran escritos en arameo, y caminan dos pasos, paran, se dan vuelta, caminan dos pasos para atrás, paran, se dan vuelta. (¡¡¡Esperá en un costado a que salga toda la gente y te fijás tranquilo!!!).
  • Los idiotas que toman mate en todos lados y se chorrean, chorrean a otros y detienen la marcha de golpe para cebarse mientras los que venían detrás de él se chocan todos. (Entiendo que te guste el mate, maldita sea, pero esperá a estar tranquilo para tomarlo!! O comprate uno de esos mates automáticos que no se ceban así no le hinchás las bolas a nadie!! No es algo que tenés que estar tomando constantemente porque te morís, no es insulina por amor de dios!!).
  • Los que van paseando tranquilos y despacito, parando para señalar cosas que les llama la atención por pleno microcentro en hora pico.
  • Los idiotas que en el tren preguntan a cada rato a alguien "¿Por dónde andamos?" o miran atentamente en cada estación  a ver si ven un cartel que les diga qué estación es, a pesar de que bajan ¡en la última estación! (¿¿¿Tan difícil es relajarte y esperar a llegar a la última estación??? ¿¿Es que acaso sos tan idiota que no te vas a dar cuenta que el tren está parado hace diez minutos y que se bajaron todos los pasajeros?? ¿Es eso? ¿Es una completa inseguridad de tu inteligencia?).
  • Las minas que pasean con su novio por Capital o viajan juntos en el tren y está todo el tiempo retándolo por todo: "no agarres eso", "¿por qué miraste para allá?", "¡callate!", "no seas bobo", "¡cortala!" (si tu novio te molesta tanto ¿¿¿¿para que diantres seguís llamándolo tu novio???? ¿¿¿Ni siquiera te interesa lo suficiente como para no humillarlo enfrente de todos??? ¿¿Es tan porquería que no merece ni tu respeto??)
  • Los que nos dicen piropos carentes de originalidad como "hola herrrrmosa" aún cuando tenemos 6 kilos de ropa puesta, gorro, y la cara tapada hasta arriba de la nariz por la bufanda. (¿¿¿Como cuernos sabés si somos hermosas o no si no nos ves??? Ojalá que puedas ver la cara de orto que te pongo).
  • Los chabones que se creen Superman y tratan de abrir las puertas del tren con las manos a pesar de que lo que las mantiene cerradas es un potente sistema neumático. A su vez tratan de cerrarlas pegándoles patadas y tratan de disimular su cara victoriosa cuando abren las puertas del Subte A, que son de apertura manual.

Y hay más, pero la futura úlcera está buscándose un lugar estratégico en mi estómago, así que mejor paro y concentrémonos en cosas más tiernas...


8/7/10

Limpieza vidrialense

Caminando por la calle como todos los días, veo unos tres hombres limpiando vidrios. Me quedé un rato parada con la boca abierta de sorpresa mirándolos limpiar.
Estaban en un séptimo piso limpiando los vidrios colgados en arneses. Nunca había visto unos, y llenó de regocijo mi humilde alma pueblerina.
Me quedé así hasta que un chorro de espuma que cayó de las alturas sobre mi cabeza me hizo recordar que tenía que ir a trabajar, y que es mejor que me vaya antes de que en lugar de un chorro de espuma, caiga un tipo de 70 kilos.

Luego de varias veces de verlos en diferentes edificios, no pude evitar tratar de imaginarme cómo serían vistos desde el lado de adentro. En la oficina miraba la ventana, creando en mi mente la imagen de los tipos limpiando.
Pregunté a mis compañeros con disimulo: "che, ¿acá los vidrios los limpian los tipos que cuelgan de arneses?" a lo que uno me responde con desinterés "sí". Y mi alma volvió a llenarse de regocijo.

Hasta que llegó el día: observé que de la ventana colgaban unas sogas, y esperé a ver con emoción a los tipitos colgados, limpiando con cara de orto el vidrio. Esperé, esperé, esperé... y de golpe aparecieron.
¡Me agarró una felicidad tan grande que quise compartilo con alguien! Le dije a un compañero "¡mirá, están los tipos colgados!". Mi compañero los miró, me sonrió y me dijo "jaja, sí" y siguió trabajando como si nada.
-¡Pero mirálos, están colgando!-
-Ajám...-
Nadie los miraba, todos trabajaban como si fuese algo normal, mientras yo no quería trabajar y quería bailar tregua y bailar catala.
Traté de calmarme para no quedar como una estúpida (aunque creo que ya era tarde) y seguí trabajando mientras pispeaba cada tanto a los mágicos hombrecillos limpiadores.

Hasta que me enteré que la empresa se llama "Vidriolimp". Ya está, ¿qué clase de admiración puedo sentir por una empresa que se llama así?

1/7/10

Lo más bizarro

Lejos, creo que ví lo más bizarro que ví en mi vida. Y creo que ví lo más bizarro que cualquier persona haya visto en el tren Sarmiento.
La historia más bizarra que tuve hasta ahora fue la de una mujer que se sentó enfrente mío y sacaba cada 1 o 2 minutos un frasco de Nescafé y escupía dentro de él. El frasco estaba 3/4 llenos de saliva.

Pero el otro día ví algo que superó todo. Me tuve que sentar en el medio furgón (para los que no saben, el furgón es un vagón del tren en el que no hay asientos, que estaba destinado a las personas con bicicletas o con bolsos o valijas grandes. La gente fue modificando eso hasta que actualmente es un vagón destinado a las personas con bicicletas, a las que quieren fumar adentro del tren, beber alcohol, fumar marihuana y hasta incluso inhalar cocaína o fumar paco. El medio furgón justamente es un vagón que la mitad es normal, y la otra mitad es furgón).
Como decía, no tuve más remedio que sentarme en el medio furgón, y mientras miraba lo desagradable de la situación, entra un hombre con largas prendas negras y un sombrero también negro, medio a escondidas. Se puso al fondo del furgón, escondido contra una de las paredes del vagón. Miró hacia atrás y me dí cuenta que se trataba de un rabino ortodoxo. Así, con los rulitos, la barba larga y todo.
Sacó de una bolsa algo que empezó a engullir con desesperación. Miré con curiosidad, tratando de ver qué estaba comiendo. Pensé "que gracioso sería que estuviera comiendo un sandwich de jamón". Me reí sola pensando en lo cómica que sería esa situación.
"¡Eh! ¡Eso es un pebete! ¡¡¡Es un pebete de jamón y queso!!! ¡¡¡EL RABINO ESTÁ COMIENDO UN PEBETE DE JAMÓN Y QUESO!!!". No lo podía creer. Se veía claramente que ese pebete tenía jamón y queso. No sólo los judíos no pueden comer jamón, ¡sino que además no pueden mezclar queso con carne!
El rabino comía de espaldas a todos como si no hubiera mañana. Terminó de comer, y ¡sacó otro! Se lo devoró con muchísimas ganas, mientras miraba de reojo a los demás.
Yo estaba sumamente sorprendida y creo que nadie más lo vio.
Finalmente el rabino bajó en Floresta y allí terminó el momento más bizarro que presencié en el tren.