23/12/11

Como saber si usted se está convirtiendo en una vieja

Las viejas son el personaje colectivo del que más se ha hablado en las últimas décadas.
Y no es para menos; se achican, tienen el pelo corto, voz de cotorra y jamás aceptan sus equivocaciones.

Pero ser vieja no tiene que ver con la edad: una mujer puede ser vieja a los 20 años. Y tampoco tiene que ver con el sexo: un hombre también puede ser una vieja, sin saberlo.

Para saber si usted (o un conocido) se está convirtiendo en una vieja preste atención a los detalles;

  • Cuando hace calor, las viejas se abanican con cualquier cosa: observe, hay muchas mujeres usando abanicos, y quizás esas no están tan mal. El problema es cuando se empiezan a abanicar con lo que tienen a mano: un libro, una revista, la factura de telefónica. Pero empeora con el tiempo: un pañuelo descartable, un paquete de galletitas planas. Y continúa: el celular, los anteojos de sol, la correa de su cartera. Y no, no estoy exagerando, JURO que ví a viejas abanicarse con estas cosas.

  • Se ponen plata en el corpiño: Para las viejas, eso de las billeteras es una cosa del pasado; guardan todos sus billetes bien acomodados en su corpiño.
    Me acuerdo de que cuando trabajaba en el locutorio, una vez vino una vieja en pleno verano y me pagó con dinero húmedo que sacó sin pudor de su corpiño. ¡Toqué sudor de seno de vieja!
    No quiero imaginar donde guarda sus monedas.

  • Siempre tienen muchas bolsas: Por alguna razón, las viejas llevan miles de bolsas con todo lo que necesitarían durante el apocalipsis zombie. Pero ahí no termina; usan estas bolsas como acompañante en los colectivos y trenes. Por más que detrás de ella estén subiendo 400 personas más, la vieja se sienta, pone sus bolsas en el asiento de al lado y espera los 20 segundos que toma como máximo para que alguien le pisa ese asiento. La vieja entonces, con cara de querer ayudar, procede a correr sus bolsas lentamente como si jamás en la vida se le hubiese ocurrido que ese asiento podría ser ocupado por un ser humano.

  • Siempre esperan a estar arriba del colectivo para empezar a contar las monedas: La vieja puede estar 30 minutos en la parada al pedo. Puede haber visto el colectivo acercándose a varias cuadras de distancia. Pero nunca jamás va a tomarse dos minutos para contar las monedas que necesita para sacar el boleto.
    La vieja sube con todas sus bolsas, las acomoda en un asiento, va a la máquina de boletos, saca su monederito, y ante la infinita paciencia de los pasajeros que todavía no pueden pagar, la vieja comienza a sacar moneda por moneda, y las observa antes de colocarlas porque no ve muy bien: da vuelta las monedas de 25 y 50 porque a no ser que vea el número, ella no distingue una de otra.
    Podría haber hecho todo esto mientras esperaba en la parada con las bolsas apoyadas en el piso, pero esto va en contra de la Ley de Las Viejas.

  • Esperan a subirse al tren/colectivo para realizar sus retoques de belleza: La vieja vive su vida normal, pero cuando llega al tren/colectivo, se sienta y espera a que arranque para sacar de su bolso un pote de crema lleno hasta la mitad y procede a humectarse la cara, las manos y los codos sin sentirse desubicada.
    Podemos observar a futuras viejas, que con 20 años sacan su porta cosméticos y se maquillan haciendo malabares por el vaivén del vehículo, apestando el mismo con el olor repugnante de su Angel Face.
Si todos estamos atentos a estas señales, quizás el día de mañana, si realmente nos esforzamos, hayan menos viejas en el mundo.




PD: ¡Felíz navidad!

15/12/11

Nombres estúpidos

La ciudad es un lugar lleno de cosas que me hacen guerra.
Los pájaros, los que reparten papeles con publicidades, las formas de las nubes, el diseño gráfico horrendo de las vallas... pero hoy me quiero concentrar en los Nombres Estúpidos.
Desde el momento en que me siento en el tren y veo las ventanas marca "Ventalum", la guerra comienza.
Están por todos lados.

Los clasifico de la siguiente manera, y quiero aclarar que ningún nombre mencionado aquí está inventado, sino que los ví a todos y cada uno por la calle, agujereando mi intelecto.
Encontré hasta ahora seis categorías diferentes:

1) Los insulsos: Son menos graves. "Librería Corrientes" sobre la calle Corrientes, o "La casa de las 100.000 lámparas". Quizás no sean súper originales pero funcionan y cumplen su cometido.

2) La pobre unión de dos nombres: Eduardo decide empezar una pequeña empresa de transportes. Al momento de decidir el nombre, piensa seriamente. Lo que más le importa en este mundo son sus hermosas hijas: Cintia y Yanina. En un arrebato de creatividad, Eduardo se ilumina y así nace "Transportes Yanicintia SRL" y va a recoger a sus pasajeros mientras las combis chorrean grasa.
Lo mismo con la blanquería "Nor-Te". ¡¡Podrían haberle puesto "Norte" sin guión y me ahorraban el problema de saber que las dueñas se llaman Norma y Teresa!!

3) Los insulsos Chic: Acá empieza el problema grave. Son como los Insulsos, pero para sonar más modernos, les quitan la última letra de una de las palabras y las unen para formar un adefesio repugnante: "Servicio de limpieza de vidrios Vidriolimp", "Puertas y aberturas Grisolpuert", "Fábrica de cuero Supercuer", "Obra social Cobermed", "Celulares Supercel".

4) Los "centro", "landia" y "manía": "Centro odontológico Odoncentro", "Librerías Librelandia", "Insumos de computación Insumomanía". No da para seguir, estos tres finales se unen a miles de nombres para dar nacimiento a infinitos y nauseabundos resultados.

5) Los medicamentos de venta libre: Cuando estudiaba arte, teníamos un profesor que nos decía: "jamás asuman que su público es idiota; creen arte para gente inteligente. No den por sentado que no van a entender lo que ustedes están haciendo. Creen arte inteligente siempre, porque de otra manera, lo que están haciendo es insultar a su público".
Los creativos de los nombres de los medicamentos de venta libre hacen todo lo contrario; asumen que somos unos idiotas.
Fui a comprar un jarabe para la tos a Farmacity, y levanté fiebre sólo por leer sus nombres: "No-tos", "Pulmosan", "bronquisedan". Como señal de respeto, compré "Bisolvón".

6) Los "arte": Soy enemiga mortal de los "arte". No compro nada en ningún "arte".
"Iluminaciones teatrales IluminArte".
Te juro que los mataría.
"Heladería HelArte".
Tengo sed de sangre, lo juro.
Lo peor es que ponen la "A" de "Arte" en mayúscula, creyéndose ultra creativos, pero no entiendo qué tienen en la cabeza.
Igual, el peor, LEJOS, que leí en mi vida fue "Festival de Arte Trans DesTravArte".
Apoyo 100% a la comunidad y todo, pero les juro que en ese nombre me dan más ganas de arrancarme los ojos con una cuchara para helado que de mirar una película.


Y hasta ahora no ví ningún sex shop con "arte". El día que lo haga, seguro veré un un nombre épico.



Bueno, este sí lo acabo de inventar yo.