Me tocó viajar en el subte con una madre capitaliense germofóbica y su pequeño hijito.
La madre le decía "Y vamos a tener que ir nomás, pero vamos rápido y venimos... vos no toques nada".
La mujer y el crío bajaron en el mismo lugar que yo y se sentaron enfrente mío en el tren.
"Sentate ahí y no toques nada por el amor de dios!". El nene se sienta y apoya sus manecitas en el asiento. "¡¡NO TOQUES NADA, POR AMOR DE DIOS!!" le dice la madre con cara de asco mientras obliga a su hijo a apoyar sus manos en sus rodillas.
El niño viaja sentado tranquilo, hasta que ve a través de la ventana un camión. "¡Mirá mami, un camión!" dice mientras toca con la punta de su dedo el vidrio de las ventana. "NO TOQUES NADA, TE DIJE... PUAJ!!" y le quita la mano al inocente infante de la ventana.
La mujer que estaba al lado mío tose y el niño la ve con cara de aterrado por un minuto y luego opta por taparse la cara con su brazo, como para evitar los gérmenes mientras la mira con cara de horror. El nene finalmente se olvida de la tos de la señora y baja su brazo. La señora vuelve a toser. El niño reacciona de la misma manera. Mientras el nene se tapa la cara, yo deseaba que me vinieran ganas de estornudar (sí, me divierte molestar a los niños pequeños). Por suerte, mi alergia al perfume se desató cuando sentí el aroma a naftalina de una vieja. "Achis!" y miro la cara del pequeño.
Nada.
"ACHÍS!!"
El crío me mira por un segundo, y vuelve a mirar a la ventana.
Pienso "Ahora la próxima me acerco más y estornudo sin taparme la boca".
Mi otro pensamiento "Loca, ¿cómo vas a hacer eso?" refutó al anterior.
Opté por dejar al niño en paz.
Llegando a la estación Castelar la mujer se levanta y el niño la sigue. Se ponen al lado de la puerta para salir. El niño al sentir que el movimiento del tren lo va a derribar, toma uno de los caños para sostenerse. "Que no toques NADA!". Ambos haciendo equilibrio para no caerse parecían bailar ante el ritmo del vaivén.
Tuve un flashback a mi infancia, de cuando en verano como no tenía pileta me metía a nadar en las zanjas que se formaban después de la lluvia. Salía negra.
Tuve otro flashback de jugar en la arena con olor a pis de gato, y luego comer galletitas y sentir el "crash crash crash" de la arena que quedaba entre mis dientes.
De jugar a cavar pozos, a tirar puflitos y atraparlos con la boca, a trepar a los árboles.
Si yo hice todo eso y salí así como soy... la madre hace muy bien en educarlo de la manera contraria.
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