Capital es un lugar que altera. Más a una tranquila pueblerina como yo. Tantas idas, venidas, puteadas y desechos de perro, logran que hasta Ghandi recurra a la violencia.
Cuando estoy alterada, o deprimida por el ambiente y tengo tiempo para gastar, me gusta ir al correo.
Llego, veo a todos deprimidos, saco número, lo miro; es el 107 y van por el 23. Me quedo parada observando a la gente, escuchando música o meditando.
Una persona se levanta, me acerco al asiento... pero alguien lo toma antes de que pueda llegar. Pasan 20 minutos. Logro sentarme. Una vieja a los gritos, indica que el sistema de correo es una "ver-güenza!". Se arma revuelo, pero al rato todo vuelve a la normalidad.
Una hora...
Hora y media...
Dos horas
Van por el número 100.
En este momento empiezo a mirar la puerta. Veo a una persona que entra, saca número y al ver por el número en que van, pone una tremenda cara de decepción y se acerca, abatido, hacia un lugar más cómodo donde esperar. Ahí sé que es hora de comenzar.
El tipo, con la cabeza gacha, espera resignado su turno. Me acerco, y cuando van por el 106, le entrego mi número 107 y me alejo hacia la puerta.
El hombre se ilumina y empieza a soltar agradecimientos a granel. No, a Granel no, a Mechicabota. Me agradece como si yo fuera un ángel, envuelto en un aura de misterio. Me alejo escuchando sus agradecimientos infinitos. Antes de cruzar la puerta, lo miro con una sonrisa y le digo "de nada", mientras me alejo misteriosamente, como el ángel que parezco.
Luego, éste ángel viaja de vuelta a casa en el Sarmiento con un idiota que escucha reguetón a todo volumen con su celular, y un bebé llororso con las manos llenas de migas de galletitas que se esfuerza por tratar de tocar mi cabello.
Nada que el recuerdo de el maravilloso recital de Paul McCartney no pueda arreglar.
8 comentarios:
A mi tambien me agarran ataques de bondad y sueño con un dia regalarle un billete de $100 a alguno de los que tocan buena musica o hacen teatro en el subte, solo para ver que pasa.
Cuando me acuerdo que soy un oficinista simple hago justicia con monedas de 10 centavos.
El placer de recivir el agradecimiento sincero del otro es incomparable. Hacer un regalo perfecto, devolver un celular, etc.
Algo que me gusta es, entrar a un lugar donde hay que sacar numero para ser atendido, al retirar nuestro turno la persona que entró antes que nosotros se percata de que no retiró su numerito y ofuscado se dirige a la maquina expendedora, antes de que llegue a ella, le ofrecemos el nuestro y nos dirigimos a la maquina para rectificar nuestro turno, a la voz de: "que no tengas numero no significa que no hayas llegado antes".
Creo que de una forma lunar estas pequeñas cosas nos hacen mejores personas
Placeres de Ángel :)
que divina ... son esas pequeñas cosas que nos alegran el día a nosotros y a alguien más ... andá a saber si no le cambiamos para bien el humor a ese otro , y si ese después no le alegra el día a alguien más :)
odio a los que escuchan regeton en el celular a todo lo que da...
Anónimo: A veces yo también fantaseo con eso! Pero después me pongo a pensar que si tuviera mucho dinero, probablemente no viaje en subte y me pierda de esas delicias
Leviatan: Ese es un ejemplo claro, también.
Connie: Los placeres de Ángel son más placenteros ^^
Mai: Exacto, como la cadena de favores!
Anónimo: Creo que ya tienen ganado un lugar en el infierno.
también tenés ese problema con los infantes...
si hay uno de "ellos" jugando en la vereda indefectiblemente corren hacia mi y me chocan como si no estuviera ahí, lo que mas de una vez me ha hecho dudar de mi existencia...
Qué lindo ver q hay buena gente. Lo del número sólo lo hice cuando realmente me cansé de esperar en algún lugar. Sí devolví documentos y celulares. La puerta del edificio donde laburaba hace unos años era zona de "descarte" y aparecían documentos y celus viejitos y devolverlos está bueno porque remendás un poco la mierda de q alguien les haya afanado.
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