Tengo un problema.
Bah, tengo varios, pero me di cuenta de que este es uno de los peores.
Soy una imbécil.
No sé si siempre lo fui, pero ultimamente noto que el cerebro se me apaga y me vuelvo una marsopa con sobredosis. Hay veces que estoy viviendo la vida normal y de golpe, la imbecilidad me gana y me encuentro haciendo algo que es tan idiota que sobrepasa a todos los que escuchan cumbia en el tren sin auriculares.
Por ejemplo: muchas veces me duermo en el tren o en el colectivo. Y muchas de esas veces, me despierto primero con los ojos cerrados y cuando mas o menos percibo bien la realidad, abro los ojos y veo por donde cuernos ando.
Pero hay veces que me despierto con un ruido horrible, como el alarido de un oso gris sediento de sangre. Y me doy cuenta de que soy yo. Yo, me desperté a mí misma con mi propio ronquido.
Entonces Imbecilidad se me acerca y me susurra instrucciones al oido, y yo le hago caso. Entonces me hago la que estoy pero recontra dormida y me acomodo de una manera bien incómoda para que todos vean que si estoy en una posición re incómoda debe ser porque estoy muy cansada porque me levanto muy temprano y trabajo hasta tarde y en este momento estoy yendo a mi tercer trabajo, y mientras pienso todo esto e invento toda una historia de como no me alcanza para comer entonces laburo 23 horas diarias (para que el personaje sea creible), mi cara se va poniendo cada vez más colorada y aunque estemos en Julio y hagan 20 grados bajo cero yo empiezo a transpirar por la vergüenza que me da, y la imbecilidad me dice "no te pongas nerviosa!! que se nota que roncaste porque sos humano y estás cansada!! pensá en cosas lindas!! pensá en gatitos!! gatitos!! gatitos!!" y entonces pienso en gatitos y siento que mis párpados se mueven mucho porque me imagino a los gatitos saltando, y la imbecilidad me dice "Noo, nooo, no muevas los párpados que se nota que estás despierta... estás dormida, DORMIDA!" y entonces aprieto los párpados bien fuerte y se me arrugan todos mientras siento sobre ellas las gotas de sudor que me chorrean. Entonces 10 minutos después hago como que recién me despierto y que no me enteré de mi ronquido.
Peor es si lo que me despierta es baba.
Otras veces tengo que ir a un lugar de capital que no conozco, entonces miro más o menos el mapa y me voy guiándome por los instintos, porque los capitalienses tienen la posta y yo quiero hace de cuenta que soy una capitaliense.
Pero por ahí me doy cuenta de que empecé a caminar en la esquina 1200, estoy por el 800 y yo tenía que ir al 1400. Entonces mi imbecilidad viene y me dice "ay, no, es para el otro lado. Bueno, hacé así..." y me susurra la solución al oido, y yo que soy una imbécil, le hago caso y agarro el celular, hago como que recibí un mensaje de texto y cuando "termino de leerlo" suspiro fastidiada y me doy la vuelta y camino para el otro lado con cara de molesta, para que la gente crea que alguien me escribió que me olvidé la billetera, o que mis amigos que me estaban esperando en otro lado decidieron que nos viéramos en la casa de otro, o que me dijeron "mejor no vamos" entonces vuelvo a casa. Mi imbecilidad se siente satisfecha porque ahora nadie se va a dar cuenta de que me confundí de camino y se siente una triunfadora.
Otra cosa que me pasa es hacer contacto visual con alguien sin querer. Me doy cuenta de que estaba mirando fijamente a esa persona durante bastante tiempo y la persona justo me miró. Entonces mi imbecilidad, tomando una caipirinha me dice que agarre y me ponga a mirar muchas cosas fijamente, así la persona se da cuenta de que yo "estoy mirando todo". Entonces agarro y miro cosas de lo menos interesantes y las observo fijamente durante varios minutos. Mi imbecilidad se siente orgullosa de mí y me regala flores por mi excelente actuación.
También tengo una imbecilidad más chiquita que está siempre conmigo y mis amigos la llaman "frescura excéntrica".
Por ejemplo, me encanta jugar a varias cosas cuando viajo: de que lado va a abrir la puerta del tren en Moreno, cuántos muñequitos Michelín sentados encuentro en la autopista, contar viejas con pelo largo... y tengo uno que es hacer sonidos para las patentes de los autos.
Desde el colectivo vi una patente que era "CAJ" y entonces alcé mi mano al cielo con forma de garra y tratando de imitar el sonido de la placa, dije como si estuviera hablando en hebreo "KAJJJJJ".
La vieja de pelo corto que estaba sentada al lado mío se levantó y se sentó en otro lado.
No me molesta mi imbecilidad, porque está bien ser un idiota.
¡Pero que la gente no se vaya a enterar!
28/3/12
13/3/12
Basura II
La gente en la Ciudad se divide en dos: aquellos que son amables, respetuosos e inteligentes y los que tiran basura en el piso.
Porque no es sólo basura: es una postura filosófica. Estar con un papel de alfajor en la mano es un dilema moral. Lo maravilloso, dulce e intenso terminó, ya no está más y sólo nos queda el leve recuerdo delicioso entre algunas de nuestras muelas.
Lo que tenemos en la mano, entonces, es el obstáculo, aquello que tan sólo nos molesta y que no está diseñado para satisfacernos.
Para el desconsiderado y egoísta, la solución es fácil: lo tira al piso, lo esconde entre los asientos del colectivo o abre la ventanilla y que vuele libre por la calle.
La postura de nosotros, los respetuosos, es que si te comprás un alfajor te estás haciendo cargo de las dos cosas: del alfajor propiamente dicho, y del papelito de porquería. Cuando elegís comprar el afajor, sabés que hay algo bueno y algo malo, y tenés que elegir tomar ambas y tirar el papel a la basura, o no elegir ninguna y no comprarte el maldito alfajor.
El cochino siente que sólo compra lo bueno, y que el papel es algo que no cuenta, que no compró. Así que lo tira a la calle y cree ilusamente que su problema desapareció, que la basura se desintegró y se fue al cielo con Ravi Shankar. El problema que solía tener en la mano, pasa a ser el problema del mundo, y él que -cree- no forma parte del mundo, tiene todo solucionado y se va con la conciencia tranquila a la casa donde reta a uno de sus hijos porque tiene la habitación desordenada.
El problema, entonces, nos cae a nosotros, los respetuosos. Convivimos con la mugre que queda impunemente en la calle, quien espera que algún transeúnte la patee entretenido hasta la casa. Tan sólo por ser respetuosos, tenemos que habitar un mundo que está lleno de rechazos de gente que ni siquiera nos considera.
Por cada tacho de basura, hay una persona respetuosa. Por cada papel en la calle, un cochino.
Es probable que hayan más papeles que tachos, y también es muy problable que hayan más papeles en los tachos que papeles en la calle. Pero los de la calle son más evidentes.
Porque los respetuosos actuamos en las sombras, tratando de que la vida se vea mejor sin que los demás sepan que el secreto está escondido en nuestras mochilas y bolsillos, llenos de papelitos que no pudimos tirar por no encontrar tacho.
Por eso los respetuosos pensamos que estamos solos y que somos los únicos. Porque hacemos todo a escondidas y en secreto, como si fuésemos magos que no revelan el truco. Porque a nosotros nos gusta que los demás piensen que la vida es así, felíz, limpia y hermosa y que no conlleva ningún esfuerzo.
Quizás deberíamos construir una isla de basura con todos los papelitos que tenemos en los bolsillos y exiliar a los cochinos a ella, como una nueva Siberia. Y que tengan parques de basura, casas de basura, perros de basura y centros odontológicos de basura.
Y se van a quejar de la basura mientras escupen en el piso. Van a decir "no merezco vivir entre basura proque YO PAGO MIS IMPUESTOS!" y van a hacer piquetes en medio de las avenidas principales gritando "justicia, justicia, justicia!".
Y tienen razón, ellos no merecen vivir entre la basura que ellos mismos tiran.
Nosotros sí, porque nosotros al parecer, no pagamos impuestos.
Porque no es sólo basura: es una postura filosófica. Estar con un papel de alfajor en la mano es un dilema moral. Lo maravilloso, dulce e intenso terminó, ya no está más y sólo nos queda el leve recuerdo delicioso entre algunas de nuestras muelas.
Lo que tenemos en la mano, entonces, es el obstáculo, aquello que tan sólo nos molesta y que no está diseñado para satisfacernos.
Para el desconsiderado y egoísta, la solución es fácil: lo tira al piso, lo esconde entre los asientos del colectivo o abre la ventanilla y que vuele libre por la calle.
La postura de nosotros, los respetuosos, es que si te comprás un alfajor te estás haciendo cargo de las dos cosas: del alfajor propiamente dicho, y del papelito de porquería. Cuando elegís comprar el afajor, sabés que hay algo bueno y algo malo, y tenés que elegir tomar ambas y tirar el papel a la basura, o no elegir ninguna y no comprarte el maldito alfajor.
El cochino siente que sólo compra lo bueno, y que el papel es algo que no cuenta, que no compró. Así que lo tira a la calle y cree ilusamente que su problema desapareció, que la basura se desintegró y se fue al cielo con Ravi Shankar. El problema que solía tener en la mano, pasa a ser el problema del mundo, y él que -cree- no forma parte del mundo, tiene todo solucionado y se va con la conciencia tranquila a la casa donde reta a uno de sus hijos porque tiene la habitación desordenada.
El problema, entonces, nos cae a nosotros, los respetuosos. Convivimos con la mugre que queda impunemente en la calle, quien espera que algún transeúnte la patee entretenido hasta la casa. Tan sólo por ser respetuosos, tenemos que habitar un mundo que está lleno de rechazos de gente que ni siquiera nos considera.
Por cada tacho de basura, hay una persona respetuosa. Por cada papel en la calle, un cochino.
Es probable que hayan más papeles que tachos, y también es muy problable que hayan más papeles en los tachos que papeles en la calle. Pero los de la calle son más evidentes.
Porque los respetuosos actuamos en las sombras, tratando de que la vida se vea mejor sin que los demás sepan que el secreto está escondido en nuestras mochilas y bolsillos, llenos de papelitos que no pudimos tirar por no encontrar tacho.
Por eso los respetuosos pensamos que estamos solos y que somos los únicos. Porque hacemos todo a escondidas y en secreto, como si fuésemos magos que no revelan el truco. Porque a nosotros nos gusta que los demás piensen que la vida es así, felíz, limpia y hermosa y que no conlleva ningún esfuerzo.
Quizás deberíamos construir una isla de basura con todos los papelitos que tenemos en los bolsillos y exiliar a los cochinos a ella, como una nueva Siberia. Y que tengan parques de basura, casas de basura, perros de basura y centros odontológicos de basura.
Y se van a quejar de la basura mientras escupen en el piso. Van a decir "no merezco vivir entre basura proque YO PAGO MIS IMPUESTOS!" y van a hacer piquetes en medio de las avenidas principales gritando "justicia, justicia, justicia!".
Y tienen razón, ellos no merecen vivir entre la basura que ellos mismos tiran.
Nosotros sí, porque nosotros al parecer, no pagamos impuestos.
a las
17:35
5/3/12
Volvemos a la difusión de los respectivos programas
Bueno. Después de la entrada anterior, se me llenó de comentarios el blog, el mail, Twitter y Facebook. Me llamaron de mil lados para hacerme entrevistas y la carta se publicó en muchísimos blogs, portales y diarios.
Les agradezco muchísimo a todos, la verdad es que desde el accidente tuve días bastante malos, y actualmente mi humor está cambiante; paso de estar eufórica a triste, a malhumorada, a enojada.
Tengo la suerte de poder decir que la vida sigue, y éste blog también lo hará.
A partir de ésta semana volveré al humor, a la exageración de la indignación y a mis berrinches que escribo con el objetivo de hacerlos reír, y quizás -con suerte- hacerlos reflexionar un poquito.
A la mayoría de ustedes no los conozco, pero quiero decirles que los quiero mucho, y les agradezco por todo el cariño que me enviaron en estas últimas semanas (y muchos desde antes también!).
Los espero la semana que viene, con una nueva entrada que ojalá los haga reir.
Muchos besos a todos.
Mechi.
PD: ¿Saben qué es lo más loco? Estuve 6 años ocultando que mi nombre era María Laura. ¡Ahora todo mundo lo sabe! =P
Les agradezco muchísimo a todos, la verdad es que desde el accidente tuve días bastante malos, y actualmente mi humor está cambiante; paso de estar eufórica a triste, a malhumorada, a enojada.
Tengo la suerte de poder decir que la vida sigue, y éste blog también lo hará.
A partir de ésta semana volveré al humor, a la exageración de la indignación y a mis berrinches que escribo con el objetivo de hacerlos reír, y quizás -con suerte- hacerlos reflexionar un poquito.
A la mayoría de ustedes no los conozco, pero quiero decirles que los quiero mucho, y les agradezco por todo el cariño que me enviaron en estas últimas semanas (y muchos desde antes también!).
Los espero la semana que viene, con una nueva entrada que ojalá los haga reir.
Muchos besos a todos.
Mechi.
PD: ¿Saben qué es lo más loco? Estuve 6 años ocultando que mi nombre era María Laura. ¡Ahora todo mundo lo sabe! =P
a las
10:19
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